Hasta ahora se trataba de coipús adultos y aislados, lo que siempre se podía interpretar como ejemplares desorientados procedentes de tierras francesas, pero el reciente avistamiento de varias crías confirma que este gran roedor americano que causa estragos en varios países ya se ha establecido en el Alt Empordà (Cataluña). "Establecido" no significa que sea una plaga, en absoluto, pero la experiencia confirma que "combatir su expansión solo es posible en los primeros estadios, cuando hay pocos", advierte Javier Echegaray, investigador de la Estación Biológica de Doñana que ha estudiado la evolución de la especie en el País Vasco y Navarra, donde ocasiona cuantiosas pérdidas en cultivos hortofrutícolas. Es herbívoro, pero voraz.

El coipú o rata-nutria, cuyo aspecto recuerda a un pequeño castor, con unos vistosos incisivos de color naranja, es un roedor de hábitats acuáticos y costumbres nocturnas. Aunque originario de un vasto territorio en América del sur, su presencia en Europa ya está documentada desde finales del siglo XIX. Los ejemplares que hoy en día campan libres proceden de granjas peleteras que hace décadas los criaban con profusión, especialmente en Francia. Una situación similar acontece con el visón americano, aunque el pelo color tostado del coipú es mucho menos apreciado. Su expansión se apoya en las virtudes de otros roedores, como la precocidad sexual y la reproducción en cualquier época. En Extremadura, está entre las especies invasoras para las que la Junta cree que el riesgo de introducción en la comunidad autónoma es elevado.

Las citas confirmadas en el Alt Empordà eran esporádicos hasta hace poco, recuerda Ignasi Dalmases, jefe de los agentes rurales en Girona, dependientes del Departamento de Agricultura catalán. "El pasado diciembre se localizó un cráneo cerca de Boadella, y a partir de entonces empiezan a sucederse las observaciones". Un cazador logra fotografiar un adulto, luego se observa otro en las cercanías de un cauce fluvial, finales de agosto se localiza un animal atropellado en otra población, y una cría de unos 300 gramos cae capturada en una trampa para tortugas exóticas. "Al menos en esta zona, tenemos la constatación definitiva de que hay una población estable y debemos poner en marcha medidas de choque para frenar la expansión, como instalar cajas trampa", dice Dalmases. "Esa es la única forma de actuar --considera Echegaray--, pero requiere mucho personal y mucho dinero. Ha de haber una clara voluntad de acabar con ellos".

"No es un problema local, sino internacional", concluye Echegaray. Difícilmente se podrá acabar con el coipú en el País Vasco y Navarra, pone como ejemplo, si desde Francia no se ponen en marcha programas claros de erradicación en las cercanas Landas. "Nos volverían a venir", dice. Los británicos lo lograron tras grandes esfuerzos y una inversión costosísima, insiste, "pero también porque aquello era una isla".