Según explican desde el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), un menor consumo del coche supone menor contaminación. Para conseguirlo se pueden seguir una serie de reglas "muy básicas" que permiten ahorrar hasta un 16% de carburante; por ejemplo:

Arrancar sin pisar el acelerador; en los diésel, tras arrancar, esperar unos segundos.

No abusar de la primera marcha y cambiar a la segunda tras recorrer unos pocos metros.

Cambiar de marcha a las 2.500 revoluciones en los motores de gasolina y a las 2.000 en los diésel.

Usar marchas largas a bajas revoluciones y evitar acelerones, frenazos y cambios de marcha inútiles.

Conducir con las ventanillas bajadas aumenta el consumo un 5%; con el aire acondicionado puede subir hasta un 25%.