Víctor Gil Ramos (27 años) es de Cáceres, pero vive en Madrid. Trabaja de contable en el departamento financiero de una empresa automovilística. Cuando llegó a la capital optó por el alquiler, modo en el que aún vive. Comparte piso con unos amigos, porque «es la opción más barata para alguien que viene a trabajar de fuera de Madrid» y añade que tuvo mucha suerte a la hora de encontrar vivienda en el centro de la ciudad.

A pesar de estar actualmente de alquiler, Gil no descarta comprarse una casa con su chica en un futuro «por la sensación de estar pagando algo que es para nosotros». Y destaca que en el momento en el que tienes una estabilidad económica «quieres hacer y deshacer sin tener que rendir cuentas a nadie».

Víctor ve pros y contras a las dos decisiones. «En el alquiler el beneficio que veo es la movilidad de la que puedes disfrutar», puntualiza. En el caso de la compra: «Poder disfrutar de algo tuyo y hecho a tu gusto y con los materiales que quieres, además de que con el paso del tiempo, puedes tener una venta o arrendarlo y poder amortizar gastos».

Del mismo modo, este cacereño no cree que una hipoteca te dé tranquilidad, sin embargo sí que ofrece seguridad. «Sabes que ningún casero te subirá ese alquiler y sabes cuanto te queda por pagar y cuando lo acabarás pagando». Respecto a la frase de que «alquilar es tirar el dinero», Gil señala que depende de las necesidades de cada uno. «Hay que valorar en dinero el tener cero responsabilidades en cuanto a problemas en el inmueble, comunidad, impuestos de vivienda, reformas,... el alquiler es algo muy cómodo y no tienes ataduras geográficas, pero es cierto que está por las nubes».

En la actualidad paga 500 euros mensuales por un piso céntrico y garaje. Pese a las dificultades, el extremeño no quiere renunciar al sueño de miles de jóvenes de este país: la posibilidad de tener una vivienda propia. Es una quimera, pero confía en que pueda hacerse realidad, a pesar de los malos tiempos agravados por la pandemia.