Juana es una extremeña de Miajadas que está redescubriendo su tierra mientras realiza el Camino de Santiago a través de la Vía de la Plata. Lo está haciendo por tramos en compañía de su pareja y esta Semana Santa tenía pensado dedicar su tiempo libre a otra de las rutas: de Cáceres a Baños de Montemayor, algo más de 100 kilómetros.

Ilusionada con volver a calzarse las botas, hace unos días se dispuso a reservar los albergues del camino para descansar y reponer fuerzas en Garrovillas de Alconétar, Oliva de Plasencia y Hervás, pero se encontró con una desagradable sorpresa que le ha obligado a suspender el viaje. Los tres albergues que necesita están cerrados. "Este contratiempo nos obliga a desviarnos del camino y a andar más kilómetros hasta buscar un sitio donde quedarnos. Pero lo peor es que estamos en temporada alta y a estas alturas ya no hay disponibles otras opciones. No puedo entenderlo, con la cantidad de gente que dedica estos días a hacer el camino, con los sitios tan bonitos que tiene Extremadura, es una pena", lamenta.

La explicación es aparentemente sencilla: están en obras. Estos tres albergues pertenecen a la red que puso en marcha la Junta de Extremadura en el año 2004 con fondos europeos dentro de los proyectos Alba Plata I y II y que en total cuenta con 11 espacios en Extremadura, aunque algunos de ellos no llegaron a funcionar nunca. En la actual legislatura, estos espacios públicos pasaron a depender de la Consejería de Fomento y Turismo, que decidió realizar un estudio de viabilidad "con el fin de evaluar las inversiones necesarias para ponerlos a punto y estudiar las posibilidades de negocio de cada uno", recuerda la Administración regional.

Vistas las necesidades, los tres albergues que necesita Juana esta Semana Santa se encuentra en plena reforma. En el caso del de Garrovillas de Alconétar y Hervás, ya ha concluido el contrato de explotación por 10 años por el que salieron a licitación, "por lo que el Gobierno de Extremadura procedió a rescatarlos teniendo en cuenta los compromisos adquiridos por los explotadores", señala la Junta.

Tras ser recuperados, en el albergue de Garrovillas actualmente se está actuando en la depurada. En el caso de Hervás, está cerrado porque "necesita mejoras en el sistema de refrigeración". Su explotación se sacó a licitación por parte de la empresa pública Gebidexsa, pero la concesionaria aún no ha recepcionado el edificio "por lo que no se ha podido abrir", indican fuentes de Fomento.

El tercer albergue en cuestión, ubicado en Oliva de Plasencia, un pueblo de poco más de 200 habitantes, "estaba siendo sometido a una serie de obras antes de que pasara de la Consejería de Cultura a la Dirección General de Turismo, trabajos que quedaron interrumpidos y se han tenido que retomar. Lo tiene también la empresa Gebidexsa para sacarlo a licitación", explica la Junta, que no indica cuando volverán a estar operativos. Este segundo contrato de explotación será por una duración de 4 años.

"Solo queremos una cama"

"Los peregrinos que vamos caminando lo único que queremos es una cama para poder dormir, pero como no encontramos nada en 100 kilómetros tenemos que cambiar de planes. No encontramos alternativa, aún desviándonos varios kilómetros del camino. Y como nosotros hay mucha gente, sobre todo extranjeros, en la misma situación", indica esta peregrina, indignada.

"No entiendo como podemos permitirnos el lujo los extremeños de tener cerrados estos espacios en plena temporada alta para los peregrinos", prosigue. Juani Clemente, que regenta en Cáceres el albergue Las Veletas --privado--, uno de los que guarda más encanto de la Vía de la Plata, tampoco se explica cómo la Junta mantiene cerrado estos tres albergues en la época de más tirón. "En marzo han pasado por aquí más de 60 peregrinos, y abril es también uno de los meses buenos. Para este viernes tengo las 40 plazas ocupadas. Son de los mejores meses del año", dice.

"Las obras que fueran necesarias tendrían que haberlas hecho en enero y febrero, que son más flojos, yo he tenido cinco o seis peregrinos esos meses, pero ahora es una faena porque hay algunos que ni siquiera reservan", lamenta Juani, que intenta dar alternativas a los caminantes, algunos ya prevenidos sobre las puertas cerradas que se pueden encontrar por el camino. "Me da pena por el perjuicio que se les causa a los peregrinos, pero también por los extremeños, porque esta gente se deja mucho dinero por aquí y nos da mala imagen a todos".