"¿Qué solo tienes una hora al mes? Puede servir de mucha ayuda a alguien". A Sara Casero le sobran argumentos cuando se trata de hablar de las bondades del voluntariado. No en vano ella llegó a Cruz Roja como trabajadora --es maestra y ejerció como monitora de Cruz Roja Juventud-- y se quedó como voluntaria. "Y resulta mucho más gratificante. Cuando tenía que venir a trabajar me parecía, como suele pasar, un poco pesado levantarme por ejemplo un lunes por la mañana. Ahora no me importa madrugar el fin de semana y echarle las horas que haga falta si se trata de hacer algún servicio voluntario", asegura.

¿Pero cuál es el secreto? ¿Cómo es posible que José Luis Criado se levante todos los días para acudir puntual a su cita con el servicio de transporte adaptado o de personas vulnerables a las 7.45 horas? ¿Qué le lleva a levantarse de la cama para acometer toda una jornada laboral (que se prolonga hasta pasadas las tres de la tarde) ahora que está prejubilado? ¿Y Abraham Lobato, cómo se las apaña para compatibilizar sus servicios voluntarios con el cargo --voluntario también, aunque elegido por sus compañeros-- de director provincial del Consejo de Cruz Roja Juventud en Cáceres?

"No se puede explicar, tienes que serlo", coinciden los tres. Y, como ellos, los más de 7.000 voluntarios con los que cuenta esta organización en Extremadura, de acuerdo con sus datos del 2007. Repartidos por 35 asambleas locales o comarcales, son personas que dedican a echarle una mano a los demás en su tiempo libre a través de cualquiera de las áreas de Cruz Roja, desde socorros y emergencias (uno de los más conocidos) a servicios preventivos (atención en un concierto, por ejemplo), formación, teleasistencia, acogimiento familiar, metadona, etcétera. Solo es necesario tener un rato libre --"con una hora al mes basta", reitera Sara-- y querer dedicárselo a los demás de forma desinteresada.

Solo otro requisito añade José Luis: "la empatía". "Tienes que preocuparte por las personas a las que atiendes", considera a la vez que añade que "de este modo conectas con ellos y se enmascara cualquier cansancio, ya que sarna con gusto no pica". Tanto es así en su caso, que anima a otras personas de su edad (63 años que no le impiden subir a alguien en silla de ruedas por una escalera a pulso, si es necesario) a hacerse voluntarios. "Y les va a solucionar muchos problemas, incluso médicos, porque no te deja tiempo para pensar dónde te duele", dice.

De hecho, cada vez son más los jubilados que se animan a prestar servicio, pero no hay un perfil del voluntario. Mayores, jóvenes, trabajadores, jubilados... todos los voluntarios coinciden en un afán, el de ayudar a los demás, que canalizan después por diversas vías y según sus posibilidades. "Nadie te va a decir ´oye, que ayer no viniste´", garantiza Sara. Pero sí, cabe augurar: "gracias por venir hoy".