Los bares con sus tragaperras, las casas de apuestas o los bingos están cerrados a cal y canto con el estado de alarma, pero el juego ‘on line’, no. Ese permanece plenamente accesible sin restricciones de jornadas o de horario. Para quienes tienen o han tenido problemas de ludopatía, ya sea con el juego presencial o con el telemático, pasar ahora interminables horas encerrados en su domicilio aumenta la probabilidad de recaer en esta adicción a través de cualquiera de las múltiples páginas de póker o casinos que hay en internet. También son más las posibilidades de que quienes no han jugado nunca busquen en estas webs una forma de ocupar parte del tiempo que estos días les sobra. Y que este acabe por ser demasiado. Ayer mismo, el Gobierno prohibió, entre otras medidas destinadas a reducir estos riesgos, toda publicidad de juegos de azar ‘on line’ en radio, televisión y plataformas digitales que no se realice entre una y cinco de la mañana.

Con el confinamiento, las asociaciones de rehabilitación no pueden mantener sus terapias presenciales, pero tratan de mantener el contacto con sus usuarios mediante llamadas telefónicas o sesiones por videoconferencia. «El principal riesgo tiene que ver con el tiempo libre», resume Javier González Encinas, psicólogo de la Asociación de Jugadores en Rehabilitación Nuestra Señora del Puerto de Plasencia. En situaciones normales, «cuando nos llegan estos casos, nos centramos en que todo el tiempo libre que puedan tener lo ocupen en actividades que sean hobbies, sustitutivos saludables del juego que faciliten su recuperación». En estos momentos, con la cuarentena, no es posible desarrollar muchas de estas alternativas. Lo mismo que sucede con otra de las vías de escape para ellos, la de ir a trabajar, que de repente desaparece de su día a día.

«El hecho de que hayamos interrumpido las sesiones en formato grupal y presencial no impide que sigamos hablando con ellos de forma individual. Todas las semanas los llamamos para ver cómo están y para darles las pautas que sean importantes», cuenta González Encinas. Este psicólogo incide en el papel que en estos momentos desempeñan las familias de los ludópatas. Es ya de por sí importante para el proceso de rehabilitación en las circunstancias habituales, pero ahora se convierte en crucial «ya que son ellas las que pueden supervisar casi las 24 horas del día» que estas personas no abandonan los protocolos de tratamiento. Igualmente son las que pueden estar pendientes de si hay movimiento sospechosos en las cuentas y en las tarjetas de crédito que delaten una recaída.

Cuando los usuarios inician el tratamiento en la asociación, se les pide que se inscriban voluntariamente en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego, que impide entrar en todo tipo de páginas donde sea necesaria identificación previa, lo que en el contexto actual es una ventaja. A cierre del 2018 había más de 1.300 extremeños con inscripción activa en este listado estatal, un 3% del total nacional. No obstante, esa prohibición afecta solo al juego electrónico con licencia para tener actividad en España.

Estas últimas semanas, añade Javier González, ya se había detectado un incremento en los mensajes que quienes en el pasado arrastraron problemas de ludopatía reciben de las propias plataformas y de las sociedades de préstamos bancarios «incitándoles al juego». En este sentido, el Ejecutivo también ha decidido prohibir a los operadores cualquier comunicación individualizada a través de correo electrónico o redes sociales mientras dure este periodo excepcional.

Efecto en menores

Efecto en menoresAntonio Regalado, presidente de la Asociación Extremeña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Aexjer), comienza avisando del efecto que el encierro domiciliario puede tener en la dependencia de los menores tanto de los videojuegos, que al final es una «adicción ya reconocida por la Organización Mundial de la Salud», como de unas páginas web «en las que no puede saberse si quien está jugando realmente es un adulto o no».

Quienes ya arrastraban una dependencia antes del estado de alarma, lamenta, «ahora jugarán más», y entre los que estaban rehabilitándose, considera «por descontado» que es más probable que sufran una recaída»

«Yo confío mucho en los chavales que hay en la asociación ahora mismo, son gente muy sana que lleva ya unos meses. Solo los siete que nos entraron la última semana, todos de juego ‘on line’ o casas de apuestas y que apenas llevan una terapia o dos nos dan un poco de reparo», precisa. Si la tentación llega «les decimos que cuenten hasta diez, para que se les olvide ese momento, porque son milésimas de segundo». También que hablen con los familiares y compañeros de la asociación.

A unos 25 usuarios de Aexjer y sus familias se les sigue ofreciendo la terapia por videoconferencia. Además, «estamos estudiando la forma de hacerlo de manera que sea la terapia conjunta, aunque sea cada uno desde su casa», cuenta Regalado.

Más de un año sin jugar al póker

Más de un año sin jugar al pókerMiguel Ángel lleva un año y tres meses sin jugar al póker ‘on line’. Estuvo enganchado a él unos cuatro años, aunque la adicción realmente fuerte la vivió los últimos «cuatro o cinco meses». Empezó en el trabajo, durante un periodo en el que tenía poca faena. «Estaba solo y empleaba el tiempo en ‘dar una vuelta’ por internet y después en jugar al póker», rememora Entonces jugaba a rachas, «cuatro o cinco días y luego lo dejaba, y los fines de semana nunca». Poco a poco la dependencia fue a más y se refugió en el juego de los problemas que tenía en el trabajo y en casa. A final, tras quedarse en el paro, «estuve un mes completo en el que solo y exclusivamente jugaba. Con los niños en el colegio y mi mujer trabajando, no tenía nada que hacer y, para no darle vueltas a la cabeza, lo que hacía era jugar».

Llegó a apostarse «cuatrocientos o quinientos euros de golpe y fue cuando ya me dije que esto se tenía que acabar y di de baja todas mis cuentas ‘on line’». Unos días después, cuando hizo balance de todo lo que había perdido por su adicción, «daba para un BMW sin tenerlo» bromea. Eran alrededor de 30.000 euros, «tres o cuatro mil» de ellos gastados en el último mes.

Estos días de confinamiento teletrabaja desde su domicilio en Mérida, y después de quince meses sin tocar el juego no cree que pueda recaer. «Lo que te enseñan es a cambiar tus hábitos y el juego se ha ido ya de los míos», arguye. Con 38 años, desde mayo pasado «realmente me acuerdo solo de él porque voy a la asociación y por la publicidad en los medios».

«El peligro es considerar que estás realmente rehabilitado cuando todavía tienes el pensamiento del juego», apunta. A quien pueda tener la tentación de recaer estos días enclaustrado en su casa, él le recomienda sobre todo tener el móvil y cualquier dispositivo que use para acceder a internet a disposición de una persona con la que tenga confianza, ya sea su pareja, sus padres, o un hermano, «para que en cualquier momento pueda ver lo que hay». También tener la cabeza ocupada con otras actividades. En casa, arguye, «puedes hacer otras mil cosas, desde planchar a hacer ejercicio», y «si estás tirado en el sofá, hablar con gente».