Más calidad, más garantía, la apertura de nuevos mercados, pero... se puede confundir al consumidor. Con eso se encontrará el sector del cerdo ibérico de dehesa, en el que Extremadura es una potencia nacional, si el Gobierno atiende la petición realizada ayer por los grupos parlamentarios del PSOE y PP en el Congreso, que pactaron pedir al Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino que otorgue a este sector la distinción de Indicación Geográfica Protegida (IGP) para sus productos y le instaron a que agilice los trámites correspondientes. Los criadores de ganado porcino y los productores aplauden la iniciativa, porque supone una nueva garantía de calidad y posibilidades de exportación, pero desde Extremadura advierten que "se puede volver loco al consumidor" y se preguntan "qué se va a hacer con las cuatro denominaciones de origen actuales y con la norma de calidad". Iniciativas así, insisten, "supone que lo demás no está funcionando".

Conviene aclarar primero qué es una IGP. La Indicación Geográfica Protegida es la designación de un producto agrícola, tanto alimenticio como de otro tipo, que posee en sí un origen geográfico bien delimitado y concreto, cuya calidad y reputación, se debería a ese lugar de origen preciso. Normalmente consiste en el nombre de la localidad, región o país de origen de los citados productos.

El acuerdo entre populares y socialistas señala que la IGP ayudaría al sector a hacer frente a la subida del precio de los piensos o los retrasos en los pagos de ayudas; clarificaría la normativa actual sobre la alimentación de la cabaña porcina, y ofrecería al consumidor información veraz sobre el proceso del producto.

Sin embargo, coincidiendo en el fondo, las aportaciones que pueda suponer para el sector la IGP son distintas según quién las valore. Así, Elena Diéguez, secretaria general de la Asociación Española de Criadores de Ganado Porcino Ibérico Puro (Aeceriber), insiste en que se trata de una figura de calidad, "un sello de garantía que da más protección, que abre las puertas a un posible mercado exterior y que quiere diferenciar las producciones tradicionales ligadas a la dehesa". Además, no cree que esa mayor protección y calidad tenga consecuencias en un incremento de precios de los productos en el mercado, porque eso es algo que fijará la demanda.

Todo eso son ventajas para el sector, pero "puede suponer una desinformación y un gazpacho para el consumidor", matiza Javier Solano, responsable de la Asociación de Productores de Cerdo Ibérico de Extremadura. Si finalmente llega la IGP, "que es buena", convendría "reordenar perfectamente el sector y cargarse la norma de calidad, que está permitiendo el fraude sobre todo en el etiquetado de jamones falsos de bellota". No hay que olvidar, aclara, que hay cuatro denominaciones de origen (Dehesa de Extremadura, Jamón de Guijuelo, Jamón de Huelva y Jamón del Valle de los Pedroches), y que se está gestando otra para distinguir los jamones de la sierra Norte de Sevilla.

En su opinión, es una IGP "muy elitista", porque olvida al cerdo de pienso, de cebo, que supone más de un millón de cabezas en la región, señala.