TEtn el prólogo de su libro Al sur de la melancolía , Moisés Cayetano Rosado dice de Plácido Ramírez que es la "sonrisa hecha poesía", y no encuentro una calificación más acertada. Entre sus publicaciones destacan Vereda (1982), Añoranzas (1991), Camino de la Luz, Sombra y silencio (1994), Escritos al amor de la noche (1997), Ensayo de la metáfora (2001) y el ya mencionado Al sur de la melancolía (2003). Un poeta cercano y humilde, de duro pasado como emigrante, que reivindica la poesía del pueblo y la declamación de la letra con su voz, serena y modulada.

--¿Cómo se define Plácido Ramírez?

--Como un jornalero de la metáfora, principalmente. Lector empedernido, noctámbulo, impuntual y "anárquico controlado". Me gusta el campo, mi pueblo, conocer gente nueva y pararme en las calles de mi barrio de Santa Marina para saludar a sus vecinos, e intento y procuro dar brillo al diálogo.

--¿Cuál es la motivación que te lleva a la escritura?

--Escribir para mí es como un desahogo, una válvula de escape, paso al papel las cosas que siento, que llevo dentro, mis emociones, lo que observo y ocurre a mi alrededor, de los que están a mi lado (familia, amigos, vecinos...). Soy un poeta de la cotidianidad, alegre, pero muy sensible, de lágrima fácil, apasionado, y sincero (aunque en ocasiones me perjudique). Valoro mucho la comunicación con los demás, y a la vez soy de espíritu contradictorio. Escribo sobre el paso del tiempo, el amor, las injusticias sociales...

--¿Crees que se ha denostado injustamente a los poetas populares, como a Gabriel y Galán?

--Sin ninguna duda, igual que a Chamizo, y ya quisieran/quisiéramos muchos que el pueblo llano nos recordaran o se supieran de memoria nuestras poesías dentro de 50 o 100 años. Yo mismo en los hogares extremeños en los años 80 recitaba El embargo de Galán o Compuerta de Chamizo, porque me lo pedían y la gente se emocionaba. La poesía autentica es la que perdura en el tiempo.

--Un recuerdo de la infancia.

--Mi infancia fue muy dura, mi hermano Paco y yo estuvimos internos en colegios de auxilio social, pero tengo recuerdos muy bonitos, había mucho compañerismo, y se valoraban mucho las cosas, cualquier pequeño detalle. De los primeros años en mi pueblo recuerdo los juegos infantiles en la plaza: el pañuelo, churro media manga, manga entera, los bolindres, el aro...

--Un viaje inolvidable.

--Un viaje muy especial a Extremadura, en el 80, creo, para conocerla (entonces era emigrante en Madrid), la Vera, Plasencia, Cáceres, que hice con mis amigos, siendo muy joven: Angel Morro, el cantaor , Juan Adán Barrero Carayo , Gregorio Corchado, Marcelino... Estuvo lleno de emociones y aventuras, y sobre todo fue maravilloso, porque descubrimos unos paisajes y una gente que era la nuestra, pero la desconocíamos.

--Un reto como escritor.

--Poder publicar los tres libros que tengo inéditos en el cajón y ganar el premio de poesía Ciudad de Badajoz . Me he presentado muchas veces y en alguna ocasión he quedado finalista, pero se me resiste, jeje...; más que por la dotación... porque es el de mi ciudad y me haría ilusión. Aparte que haría una caldereta literaria para invitar a mis amigos del entorno poético, incluso hasta los envidiosos, jeje.

--Una reflexión ante la vida.

--Varias: "Si tienes éxito, tendrás enemigos... y muchos envidiosos a tu alrededor". "Intenta ser feliz con lo mucho o poco que tengas... y mira el camino". "En todas las cosas de la vida se debe ir despacio, paso a paso, porque el que anda deprisa al final tropieza".

--Una anécdota divertida.

--En mi vida ha habido muchas. En el año 82 cuando asistí en Mérida al II congreso de emigrantes, subí a recitar algunos poemas, sobre Extremadura, la emigración, y ya hubo algo de censura, me aconsejaron no recitar El pastor y las nucleares en castúo, (que se había popularizado entre los emigrantes) estaba la gente muy sensibilizada con el eslogan Nucleares NO , al final, decidí tirar por la calle del medio y recitarlo. También en el verano del 82 se presentó mi libro Vereda en San Vicente de Alcántara. Había un grupo de muchachitas muy guapas, les firmé algunos ejemplares, y entre ellas estaba Elia, la que luego sería mi novia, y hoy es mi mujer y madre de mis tres hijas. Nos unió la poesía.

--Un rincón donde sentir la paz.

--En muchos sitios: En la barraquilla de la plaza de mi pueblo. En la plaza alta y los jardines de la galera en Badajoz. Debajo de cualquier árbol, leyendo un libro, en Los Calañe . En una parcela que tengo en Campomanes, cerca de Badajoz.

--Un libro de cabecera.

--Tengo muchos, por supuesto: El Quijote, Trafalgar de Galdós, Marinero en tierra de Alberti, (que me lo dedicó en el 83, y me dibujó una paloma de la paz, lo guardo con mucho cariño) y la antología popular de la generación del 27..., así como otros de la tierra: Poemas para hablar con Dios de Lencero; Los caballos del alba de Pacheco; El caballero de Alcántara de Sánchez Adalid, Los alumbrados de Víctor Chamorro, La semilla en la nieve de Angel Campos, Ningún mensaje nuevo de Irene Sánchez Carrón, y la última novela de Salvador Vaquero El hombre olvidado .

--¿Cómo te gustaría que te recordaran?

--Como una buena persona que hizo el bien por los demás y les intentó hacer felices.

--Un epitafio.

--Malo, ya empezamos, esto da yuyu..., pero bueno, ahí va: "Aquí yace un humilde poeta, de resignada hebra, que amó mucho, y que quiso cambiar el mundo con su risa y su metáfora".