La ingestión de fármacos prescritos por profesionales de la medicina es algo habitual. Su intervención es clave en la cura de muchas enfermedades, sin embargo, es preciso utilizarlos con cabeza para que sus beneficios sean totales, mejorar nuestra calidad de vida y disminuir el número de enfermos.

Existe una definición concreta del uso racional, que ofrece la Organización Mundial de la Salud (OMS): «Hacemos un uso racional del medicamento cuando recibimos la medicación adecuada a nuestras necesidades clínicas, en las dosis apropiadas, durante un tiempo adecuado y al menor coste posible para nosotros y la comunidad».

Cuando no se hace el uso correcto las medicinas ya no son eficaces y pueden incluso ser perjudiciales para nuestra salud. El dato es revelador: entre un 15% y un 30% de los ingresos en servicios de urgencia tienen su origen en el mal uso o el abuso de medicamentos.

La prescripción de medicinas no significa automáticamente que nuestra salud vaya a mejorar: hay que complementarlo con alimentación saludable y ejercicio físico regular adaptado a nuestra edad.

También hay que tener en cuenta que la medicina no tiene soluciones para todo y que a lo largo de nuestra vida se presentan problemas que no son enfermedades: menopausia, envejecimiento normal, duelo por la pérdida de un ser querido... Estas situaciones no deben afrontarse dentro del ámbito sanitario.

Los medicamentos son útiles y nos ayudan a resolver nuestros problema de salud siempre que los utilices adecuadamente.

Es fundamental leer el prospecto y pedir información a su médico, enfermera o farmacéutico.En el caso de que la paciente esté embarazada o en periodo de lactancia, o sea alérgica a medicamentos deben conocerlo.

No hay que presionar al médico para que le prescribe un medicamento concreto.

Para una buena gestión de la enfermedad es clave informar de todos los medicamentos que toma, independientemente de quien se los haya prescrito e incluso de aquellos que ha comprado sin receta. Los efectos secundarios también deben comunicarse a los profesionales.

Los medicamentos deben utilizarse como e ha indicado su médico o farmacéutico.

En el caso de que el tratamiento no le esté dando los resultados esperados debe consultar con su médico.

No hay que automedicarse sin antes consultar si el medicamento es adecuado y necesario. No acumule medicamentos en su casa. Acumular medicamentos tiene dos peligros: no conservarlos bien o que caduquen.

Otro consejo interesante es que si no toma algún medicamento no se lo lleve de la farmacia. La receta electrónica permite que disponga de él cuando lo necesite.

La medicación no debe compartirse ni recomendarse con la familia o amigos, aunque tengan la misma enfermedad, pueden no necesitar el mismo tratamiento. Que un medicamento le haya ido bien una vez, no significa que la próxima vez ocurra lo mismo. Ningún medicamento es totalmente inocuo.

Especial importancia tiene el uso racional de los antibióticos, que salvan vidas, pero siempre tomarlos por prescripción médica.