Plantas termosolares, tendidos telefónicos y cableado eléctrico de polígonos industriales, urbanizaciones y tendidos en desuso. Son el blanco de decenas de delincuentes para cometer sus fechorías. En estos encuentran el preciado material que buscan: hilo de cobre por el que consiguen hoy unos cuatro euros por kilo. La cotización de este metal es decisiva en el incremento de los robos y la crisis económica parece que también.

Uno de los últimos producidos en la región tuvo lugar precisamente en una planta termosolar de Arroyo de San Serván, donde un grupo ciudadanos procedentes de Rumanía sustrajeron una bobina de este material de 70 milímetros, valorada en 6.275 euros. La operación se saldó con tres detenidos y la recuperación del cobre en una chatarrería tras su venta. Pero no siempre es así, más ahora que el número de robos se ha incrementado con respecto al año pasado, cuando bajaron un 58% y hubo 42 detenidos. Solo en el último trimestre en la provincia de Badajoz se han registrado 32 denuncias, según la Guardia Civil, que no ofrece más datos. En lo que va de año, hasta agosto, se han registrado 32 detenciones, la mayoría efectuadas por los agentes de la Benemérita.

Y es que estos robos se comenten principalmente en las áreas rurales de la región, lugares próximos a autovías y carreteras donde la vigilancia y el trasiego de personas es menor. Se ven afectadas especialmente zonas de Mérida, del Campo Arañuelo y La Vera, así como las localidades de Fuente de Cantos, Don Benito, Moraleja y Plasencia. "Son las más vulnerables a este tipo de delitos", confirman desde la Guardia Civil. Mientras, las siete principales ciudades solo registran un robo al mes, por lo que no es un delito que afecte mucho al cuerpo de policía, que en lo que va de año ha registrado 17 denuncias y ocho detenciones.

Pero la situación puede variar de un mes a otro. El precio del cobre se ha duplicado en el último año y el material sigue siendo accesible aunque ahora haya más control. Ahí está la clave del incremento en los últimos años cuando las denuncias se contaban por cientos. Más de 320 en el 2007 y 81 detenidos. Lejos de los datos del 2009, con la mitad de detenciones. Y es que, según el jefe superior de Policía de Extremadura, Angel Luis Galán, los controles para detectar estos robos son cada día más exhaustivos en las zonas donde suelen producirse. "El material robado acaba vendiéndose en chatarrerías y el control se hace en estas, a las que se les exige que todo el cobre que vendan figure por escrito su procedencia, y si tienen alguna duda solo tienen que llamar a los agentes de seguridad antes de comprarlo", asegura.

Según Galán, estos robos suelen cometerlos bandas organizadas. "Son principalmente grupos de rumanos que tienen sus bases en Madrid o el Levante y que vienen a Extremadura a por determinada cantidad de material".

Su ´modus operandi´ es sencillo. Aprovechan las horas nocturnas y la ausencia de empleados en la zona para actuar con cizallas y tenazas con las que cortan el cableado o levantan las arquetas de conducción del cableado. Una vez obtenido el cable lo queman para limpiar el hilo de cobre antes de venderlo, lo que dificulta su identificación.

Mientras que en otras regiones estos robos son una lacra que causas cuantiosos daños a empresas eléctricas sobre todo y estragos en poblaciones que dejan sin luz, en Extremadura "no es grave". La imputación de estos delitos se hace por sustracción y por los daños ocasionados para la obtención del metal, asegura la Guardia Civil.