O asumen su error públicamente en los próximos días o serán expulsados. Es la advertencia que, de nuevo, han lanzado este miércoles desde Cs a los tres diputados a los que llaman díscolos por presentar en la Asamblea de Extremadura un organigrama que dejaba fuera como portavoz a David Salazar, el coordinador autonómico nombrado desde Madrid. Esta designación se hacía tras la marcha de Cayetano Polo. «El partido no negocia nada, o reconocen su equivocación o se aplicará esta medida», insistían desde la formación naranja. Significa que, si continúa la confrontación, los diputados Marta Pérez Guillén, Joaquín Prieto y José María Casares seguirán los mismos pasos que Fernando Rodríguez Enrique, que ya ha sido expulsado del partido. Este último entró en juego tras la salida de Cayetano Polo y antes de jurar su acta de diputado ya se había «autoproclamado» presidente del grupo parlamentario. Es la crítica que hacen desde la dirección nacional de Cs.

Asimismo, el Comité Permanente pidió también a Rodríguez Enrique que entregue su acta de diputado «por respeto a los principios éticos y en cumplimiento de lo establecido en los Estatutos y del compromiso asumido en su Carta Ética y Financiera, documentos que recogen el compromiso de dejar el acta si causan baja en el partido por cualquier motivo».

En un escrito presentado igualmente ayer en la Asamblea por los otros tres diputados del grupo, esto es David Salazar, Fernando Baselga y Mª Encarnación Martín, se advertía de la «voluntad» de Fernando Rodríguez Enrique «de incorporarse al grupo parlamentario de Cs a pesar de la circunstancia de que ha sido expulsado».

Este jueves habrá pleno y se conocerá entonces cuál será el siguiente episodio en esta revuelta dentro del partido naranja.

Rodríguez tiene la opción de pasarse al grupo no adscrito. Esto supondría que dejaría de recibir su sueldo como diputado y solo cobraría por la asistencia a los plenos y las comisiones.

Significaría también que Cs pierde a uno de sus miembros del grupo parlamentario.

No obstante, si renuncia a su acta, entonces correría de nuevo la lista y entraría un nuevo miembro a la Cámara.

Si desde la dirección nacional consideran que los tres diputados díscolos «no corrigen su actitud» y se aplican esas medidas disciplinarias, es decir, la expulsión, y los tres pasasen también al grupo no adscrito, la representatividad de Cs en la Asamblea de Extremadura se quedaría en menos de la mitad. Cuatro de los siete escaños de ahora ya no les pertenecerían a la formación naranja.

Encontronazo en Mérida

El pasado martes, el vicesecretario general de Cs, José María Espejo, se desplazó hasta Mérida para intentar calmar las aguas y que el partido dejara de ser noticia por los conflictos internos. Pero, de nuevo, hubo polémica.

Espejo se lamentó de que Marta Pérez Guillén, Joaquín Prieto y José María Casares no acudieran a la cita en la que se hablaría de cuáles son las normas internas del partido y habló de «plantón». Pero la versión de los tres diputados díscolos es diferente: argumentaron que sí acudieron pero que se marcharon por solidaridad y respeto hacia su compañero Rodríguez Enrique, el cual no fue citado por Espejo por estar abierto ya el expediente de expulsión.

Quien también se ha manifestado este miércoles sobre esta situación fue el portavoz de Cs en el Ayuntamiento de Badajoz, Ignacio Gragera, que expresó: «Que recapaciten, pues la formación está dispuesta a hablar con ellos, pero para ello deben querer».

Y agregó Gragera: «Una serie de compañeros han confundido dónde están, y a partir de aquí quedamos a su entera disposición para reconducir una situación que no es buena ni para las instituciones ni para el sistema de partidos».