Guillermo Fernández Vara ya es presidente de la Junta de Extremadura. Por tercera vez, el socialista obtuvo ayer la confianza mayoritaria de la Cámara para ser investido como jefe del Ejecutivo autonómico en una sesión que se prolongó durante cuatro horas y en la que no hubo más intriga que la expectación que pudiera despertar el primer cara a cara entre el presidente y los líderes de la oposición. La mayoría absoluta del PSOE ya desveló en la noche electoral que esta, la última, será una legislatura muy plácida para Fernández Vara (o quizás no en lo que se refiere a sus propias filas, porque como le recordó la portavoz de Podemos, Irene de Miguel, «cuando el adversario está más tranquilo los monstruos nacen dentro») y así se sintió en el hemiciclo.

El socialista fue reelegido presidente con los 34 votos socialistas y la abstención de Podemos y Ciudadanos, un «detalle» que Fernández Vara agradeció al término de la sesión, máxime después de haber apelado al diálogo por activa y por pasiva en su discurso del lunes y haber obtenido en la tribuna una tibia respuesta por parte de los grupos. El PP, que votó en contra, ya se erige como el único partido que ejercerá la oposición en el Parlamento extremeño. Su líder, José Antonio Monago, se apresuró en dejar claro que no van a ser nunca «la muleta» del PSOE y tras asegurar que conocen bien «el rodillo» de la mayoría absoluta socialista, señaló que «ahora más que nunca» es necesaria la oposición en la Cámara extremeña.

Fernández Vara volvió a tender la mano al diálogo y aunque en su segunda intervención subió el tono para responder a las críticas de PP, Podemos y Cs (y recordarles a todos que fue él quien ganó las elecciones, y con 34 diputados), al término del debate se volvió a ofrecer a trabajar «poniendo siempre lo mejor para generar los mayores niveles de igualdad».

GRANDES RETOS / Pese a las buenas intenciones, lo cierto es que la respuesta de la oposición a sus llamadas al diálogo fueron tímidas, en especial en lo que se refiere a los seis grandes pactos que propuso el lunes sobre energía y clima, despoblación, fondos europeos, vivienda, infraestructuras o digitalización. PP, Podemos y Ciudadanos coincidieron al marcar el empleo, la despoblación y el «colapso» de la sanidad como los principales retos a los que hay que hacer frente en la región. Además, los tres dudaron del buenismo que predica el líder socialista y le afearon que recurriera en su discurso a las promesas que hizo en la anterior legislatura y que no cumplió, entre ellas la reforma del Estatuto, las infraestructuras o las listas de espera. En conclusión, «el discurso de alguien que no necesita ilusionar a los grupos políticos», dijo De Miguel, porque en definitiva, ya tiene mayoría absoluta. Una mayoría que supone «mucho peligro» para la región, según Monago, y de la que el PP será «único contrapeso».

LOS GRUPOS / El líder popular fue el encargado de abrir la sesión matutina de ayer y lo hizo recordando a Fernández Vara que ya no tendrá «el burladero» de los pactos como excusa para no cumplir sus promesas, que a su juicio ha sido «la melodía y el final» de la partitura que ha tocado siempre en Extremadura. Así, Monago recordó que la región sigue siendo «el furgón de cola» de España y consideró que el discurso de investidura de Fernández Vara viene a dar «la puntilla» al no plantear oportunidades y en su defecto «desempolvar el cajón de las promesas incumplidas» con propuestas como la autovía Cáceres-Badajoz, en proyecto desde hace más de una década.

Monago, que recogió el guante para negociar la nueva Política Agraria Comunitaria (PAC) y todo lo que tenga que ver con el mundo de la discapacidad, propuso un régimen fiscal especial para Extremadura e instó a Fernández Vara a pelearlo en Madrid y Bruselas. También planteó una nueva ley de educación que sirva para modernizar la actual (pactada por PSOE y PP en la primera legislatura de Vara), un compromiso para no subir impuestos y un plan de control de la deuda para que la región «sea viable a largo plazo».

Por su parte, el portavoz de Ciudadanos, Cayetano Polo, propuso «un gran consenso» por el empleo, a su juicio el gran reto de Extremadura, también para luchar contra la despoblación. «Aquí no estamos para hacer monólogos, estamos para trabajar y en esto nos van a encontrar unos y otros», dijo el recién estrenado portavoz de la formación naranja. El complemento salarial, los cheques de formación y una reforma profunda de la Administración para que deje de ser «enemiga» de empresarios, agricultores y ganaderos son algunas de las medidas que planteó Polo, que en sintonía con el PP también abogó por bajar impuestos y un régimen especial para zonas rurales.

INVERSIONES «CON ALEGRÍA» / Respecto al empleo, Polo también recordó que los planes públicos desarrollados durante «décadas» no han dado la respuesta adecuada y frente a ello, abogó por una reforma del Sexpe y ofrecer las condiciones para que los inversores «puedan venir con alegría», porque en definitiva quien crea empleo son las empresas. «Y lo que es importante para acabar con la despoblación es que haya trabajo», defendió.

Desde Podemos, Irene de Miguel dijo a Fernández Vara que tiene dos opciones: «quedarnos como estamos y aplicar las mismas recetas para obtener los mismos resultados o pasar a la acción, desempolvarse la chaqueta y arriesgar para asumir los retos». La portavoz de la formación, que atribuyó la mayoría absoluta de Fernández Vara al «efecto Pedro Sánchez» y el apoyo de Podemos a la moción de censura, confió en que la oposición no sea estos cuatro años «un mero atrezzo». Del Miguel recordó que la región está a la cabeza en desempleo, pobreza, con un tren absolutamente vergonzoso y un éxodo sangrante de la juventud» y señaló que todo lo que pase a partir de ahora será «responsabilidad exclusivamente suya», por lo que le pidió menos pactos en los despachos y más acuerdos con la ciudadanía. Ni la formación, ni el PP, recogieron el guante para volver a formar parte del Pacto por el Ferrocarril.

Ante estos argumentos, Fernández Vara lamentó la falta de autocrítica de los portavoces respecto a lo ocurrido en las últimas elecciones «porque parece que el único que las ha perdido he sido yo cuando he ganado» y les reprochó que convirtiesen la campaña electoral «en la tómbola El Maño». El socialista, que agradeció la abstención de Ciudadanos y Podemos, sí dejó claro en su última intervención que «en ningún caso» subirá impuestos y que si las condiciones económicas lo permitieran, se los bajaría a los últimos tramos de la tabla. Y tras elevar a programa de gobierno su programa electoral, se propuso como último objetivo aumentar los niveles de igualdad y solidaridad.