Ser médico rural, médico en núcleos de población inferiores a 15.000 habitantes, comporta una serie de ventajas, pero también múltiples inconvenientes. Lo dicen ellos, los propios profesionales de pequeñas poblaciones; lo reconocen de alguna forma, aunque sea tímidamente, las autoridades sanitarias; y lo avala la realidad, como la que cada año se hace palpable en estas fechas, la dificultad para encontrarles sustitutos para las vacaciones estivales.

Como ventajas son citables el contacto frecuente y la cercanía con la población, lo que se traduce habitualmente "en una mayor empatía con el ciudadano y, a su vez, en mayor eficiencia y satisfacción de este", refleja el vocal nacional de la Sección de Atención Primaria Rural, Jousep Fumadó, en un reciente estudio sobre la medicina rural realizado por el doctor Vicente Matas.

Y entre las desventajas cabría destacar el aislamiento, que les comporta, según Fumadó, "más dificultades en la obtención de información de todo tipo y dificultades para la formación médica continuada, tener apoyos, sustitutos...".

Aún, en muchos casos, el médico rural sigue realizando las consultas de Pediatría; también ha de realizar muchos desplazamientos por la dispersión de los núcleos pequeños de población; desarrollar la medicina asistencial y, a su vez, también las urgencias; y normalmente, además, en las poblaciones inferiores a 4.000 habitantes realizar su jornada laboral solos. Y a todo ello hay que añadir el aumento diario de la población inmigrante que acude a sus consultas, con el incremento de carga asistencial correspondiente.

El vocal nacional de la Sección de Atención Primaria Rural reconoce también que han mejorado los consultorios y sus equipamientos, pero mantiene que, no obstante, aún hay mucho camino por recorrer.

Una realidad para muchos

Jesús Acosta y Miguel Angel Rodríguez son dos médicos extremeños, el primero de la provincia de Cáceres y el segundo de la de Badajoz, que conocen sobradamente esta realidad, no en vano llevan cada uno más de 20 años ejerciendo en el medio rural.

Acosta, que desde hace seis años es médico en los consultorios de las localidades cacereñas de Pescueza y Cachorrilla, pertenecientes al centro de salud de Torrejoncillo, nunca ha ejercido en áreas urbanas; ni tampoco lo ha hecho Miguel A. Rodríguez, que lleva casi 29 años ejerciendo como médico rural y siempre en el mismo puesto, en el centro de salud de Hornachos, en Badajoz.

Aunque aún con muchos problemas que solventar, Acosta reconoce que en estos 20 años la medicina rural ha mejorado en varias aspectos, como por ejemplo en recursos técnicos. "Obviamente los médicos de Primaria tenemos ahora más capacidad de resolución, más proximidad a los hospitales..., y es evidente que en conjunto, y desde el punto de vista técnico, hemos mejorado". Y aunque también reconoce mejoras desde el punto de vista laboral, no oculta que aún se trabaja en unas condiciones de cierta precariedad, de saturación de horas laborales, falta de sustitutos..., "lo que hace que trabajemos en un ambiente, en cierto modo, un poco tenso".

En el caso de poblaciones muy pequeñas, de apenas varios centenares de vecinos, como son las dos en las que él ejerce, otro de los problemas es el envejecimiento de la población "que conlleva una sobreutilización de los servicios médicos, al ser los únicos permanentes que tienen". Y dentro de lo que es la propia consulta, lo que es el trabajo cotidiano, el de la alta burocratización. "Dedicamos mucho tiempo a actividades de poco valor añadido, de hacer papeles, trámites burocráticos..., algo que yo creo que se podría subsanar bastante para así poder destinar más tiempo a actividades de mayor rango, a problemas más serios".

También Miguel Angel Rodríguez reconoce que las cosas han cambiado mucho, y para mejor. "Ahora tenemos muchos más medios diagnósticos que antes, que prácticamente lo único que teníamos era un bolígrafo y un talonario de recetas, y ni siquiera podíamos pedir una analítica".

Pero frente a ello, reconoce también problemas antes inexistentes, como el que provoca el importante aumento de la demanda. "Cuando se mejoran los servicios la demanda se dispara y se sobrecarga la asistencia sanitaria", advierte, antes de añadir: "La cantidad de gente que yo veía en mi consulta hace 20 años no tiene nada que ver con la que veo ahora, y además atendemos un número de urgencias que no son normales, lo que hace que ahora mismo nos veamos realmente desbordados por la demanda".

Dificultades para sustituir

El vocal nacional de Atención Primaria Rural no olvida destacar, también, un nuevo problema que le ha surgido al médico rural, la falta de médicos suplentes, que según señala está motivada por la aplicación del decreto de 1995 --los médicos post-95 no pueden ejercer sin estar en posesión del titulo de especialista en Medicina Familiar y Comunitaria-- y por la emigración de los nuevos médicos a otros países del entorno europeo por las mejoras económicas respecto a las de nuestro país.

Es este un aspecto que reconocen, y con preocupación, los médicos rurales extremeños. Rodríguez señala que un problema generalizado, no exclusivo del área rural, aunque en las poblaciones pequeñas es aún mayor, es que "cualquier déficit, cualquier falta de alguien que se va a un curso, de vacaciones, o está enfermo, nos desestructura totalmente nuestras consultas, porque nos obliga a pasar las del compañero y hace que estemos de cabeza, pues si normalmente estamos desbordados, cuando alguien falta es realmente problemático".

En su opinión, el hecho de que no haya sustitutos para los médicos de poblaciones pequeñas se debe, entre otras cuestiones, a que a los pocos que hay "les es menos rentable ir a un centro rural que a uno urbano, porque como se paga por tarjetas sanitarias, y aquí el número es bastante menor, no les interesa, además de que se sienten más cubiertos en una población donde cuentan con otros compañeros que en un pueblo donde están solos".

Por su parte, Acosta califica la falta de sustitutos de un problema "realmente importante y grave". La falta de compañeros que en un momento dado estén dispuestos a hacer guardias, atención continuada, sustituciones... es algo, dice, que, a la hora de hacer un calendario vacacional, por ejemplo, "nos complica mucho la vida, cada vez más, y esto al final crea una cierta inestabilidad emocional, un grado de insatisfacción en la actividad cotidiana".