El envejecimiento viaja cada vez a mayor velocidad por las carreteras, líneas ferroviarias y resto de infraestructuras públicas españolas. Los lentos ritmos de inversión y la depreciación de las dotaciones de capital acumuladas a lo largo de los ejercicios anteriores a la crisis económica han llevado a que entre el 2007 y el 2016 la parte del stock de infraestructuras nacional que supera los veinte años de antigüedad haya pasado de un 14,2% a un 24,2%, según un estudio dado a conocer recientemente por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).

En el caso extremeño, con datos hasta 2015, ya se ha superado está proporción, de forma que un 26,4% del parque regional sobrepasa las dos décadas desde que fue cortada la cinta inaugural de la obra. Extremadura es la quinta comunidad autónoma donde este fenómeno es más acentuado, por detrás de Navarra (32,22%); La Rioja (31,03%); País Vasco (29,44%); y Canarias (28%).

«La región fue durante la década de los noventa recepcionaria clara de los fondos estructurales europeos, sobre todo del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder), que se destino prácticamente todo para infraestructuras», explica Julián Mora Aliseda, profesor de Ordenación del Territorio de la Uex. Esto explica que la comunidad autónoma llegara, por ejemplo, con la tercera red viaria más ‘joven’ del país hasta la antesala de la crisis económica. Apenas un 9,41% llevaba más de veinte años en servicio, frente al 27,68% que se contabilizó trece años después, prácticamente el triple.

Entre las autovías, en el 2007 ninguno de los tramos de la A-5 a su paso por la región había alcanzado esa frontera (entraron en servicio entre 1990 y 1995) y de la A-66 todavía quedaban incluso algunos por inaugurarse (en el 2001 se abrió al tráfico el primero de ellos, entre Almendralejo y Zafra, y en el 2008 llegó el último, de Aldeanueva del Camino a Villar de Plasencia). Fueron estas inversiones, subraya este doctor en Geografía y Sociología, las que han permitido que en dotación de carreteras de alta capacidad (autovías y nacionales) Extremadura esté todavía hoy entre las regiones españolas que salen mejor paradas en la ratio que relaciona el número de kilómetros en servicio con el de habitantes. Y al margen de las vías de gran capacidad, destaca, «durante los noventa se hicieron también muchísimas más carreteras nuevas en Extremadura».

OBRAS HIDRÁULICAS / Las ayudas procedentes de Europa posibilitaron, igualmente, la mejora de las infraestructuras públicas hidráulicas de la región, con la construcción de presas como La Serena o Alange y de numerosas plantas de saneamiento y depuración. En este apartado, las obras que ya han cumplido los veinte años desde su materialización rondan un tercio del total (30,7%), frente al 22,5% del 2007.

En cuanto a las infraestructuras ferroviarias, llama la atención que, de acuerdo a este estudio, las más antiguas pasan de representar un 61,6% a un 10,5% entre el 2007 y el 2015. Esta evolución posiblemente esté motivada por considerarse las obras ya ejecutadas dentro de la línea de alta velocidad de Madrid a Badajoz —aunque no estén en servicio—, por las mejoras desarrolladas en algunos tramos (como el de Badajoz-Cabeza del Buey) y por haberse suprimido otros antiguos (como entre Plasencia y Salamanca).

«Las infraestructuras experimentaron una larga fase de alta inversión desde poco después de entrar en la UE que supuso un importantísimo rejuvenecimiento de su stock, financiado en buena medida con fondos europeos que se redujeron sustancialmente en los años próximos a la crisis», se señala también en el estudio de la Fundación BBVA y el IVIE. Una vez que golpeó esta, se añade, la inversión destinada a este capítulo ha vuelto al nivel de antes de la adhesión europea, lo que ha derivado en un progresivo envejecimiento del stock.

La inversión bruta, se agrega, ni siquiera es suficiente en estos momentos para cubrir la depreciación de los capitales acumulados, por lo que «si el ritmo inversor se mantiene en los niveles actuales, en 2030 casi la mitad de las infraestructuras públicas españolas tendrá una antigüedad superior a 20 años». Un envejecimiento que de prolongarse mucho tiempo «puede ser peligroso, pues no permite mantenerlas adecuadamente».

APROVECHAMIENTO «ESCASO» / A pesar de la falta de inversión reciente, el elevado esfuerzo de acumulación realizado antes de la crisis sitúa las dotaciones relativas de capital actuales de España «entre las más elevadas del mundo», si bien, se puntualiza, el aprovechamiento que se hace de ellas es «escaso», lo que hace que su productividad sea baja.

«La red de infraestructuras española está infrautilizada», coincide Julián Mora, para quien «se ha apostado» por construir equipamientos «que no se van a amortizar». «Las infraestructuras son necesarias, pero no son suficientes per se para crear desarrollo», a lo que se suma el problema añadido de mantenerlas cuando envejecen, «sobre todo si tienen muy poco uso, que es lo que pasa en zonas de una baja densidad demográfica como la nuestra. Entonces, es una ruina».