El carácter militar de la Guardia Civil impide que los agentes puedan sindicarse para defender sus derechos como cualquier otro trabajador de la Administración o de la empresa privada. Tampoco les está permitido manifestarse, de ahí que muchas de las protestas en demanda de mejora de sus condiciones laborales sean protagonizadas por los o las cónyuges de los agentes.

La peculiar forma de protestar con la disminución de la actividad sancionadora por parte de los agentes ha provocado una reducción nada desdeñable de los ingresos que la Benemérita, más concretamente el Ministerio del Interior, obtiene por las multas que pagan los conductores que han sido sorprendidos tras cometer una infracción.

La última reforma de la Ley de Seguridad Vial aprobada recientemente endurecía las sanciones y elevaba la cuantía de las infracciones por exceso de velocidad. El método más efectivo y utilizado para cazar a los conductores que superan la velocidad permitida sigue siendo el radar, bien fijo (instalada en un coche estacionado) o móvil. Desde 1999 funciona también el radar sostenido en un trípode y sin coche, lo que dificulta su detección por los conductores.