Los muchos feligreses que ayer se acercaron a la parroquia San Juan Bautista de Badajoz recibieron con alegría el nombramiento de su párroco como secretario general de los obispos españoles, aunque también con tristeza al tener que decirle adiós al que, para ellos, es un sacerdote bueno. El propio Gil Tamayo se enteró de la noticia en la parroquia junto a su madre, que rompió a llorar, y enseguida hizo las maletas y se trasladó a Madrid.

Su compañero de parroquia, el sacerdote Emilio Rodríguez Benítez, desayunó como suele hacer habitualmente con Gil Tamayo y, precisamente, le transmitió su confianza plena en que sería elegido para el cargo ya que, entre otras cuestiones, su nombre era el que aparecía primero en la terna propuesta, según explicó a Efe.

Más sorprendidos se mostraron los feligreses, que sienten verdadero cariño por su párroco pese a que solo llevaba un año en esta iglesia, a la que había llegado en julio de 2012 tras una labor pastoral que, básicamente, se ha desarrollado en Extremadura. Uno de ellos, Juan Gómez, resumía el sentimiento general que existe en la parroquia: "me alegro mucho por él, aunque se le echará de menos".

Rodríguez Benítez destacó el "gran sentido pastoral" de Gil y explicó que siempre está dispuesto para la confesión. "Se caracteriza por su cordialidad y disponibilidad; además, se ha movido siempre bien en los ambientes oficiales", añadió.