José Luis Cacho nunca pensó en lo difícil que resultaría la labor de un voluntario hasta que decidió viajar como cooperante a Camerún. "En el verano del 2010 pensé en vivir una aventura durante las vacaciones, y gracias a un amigo, conocí la ONG Zerca y Lejos que actúa en la selva camerunesa, así que decidí probar suerte como voluntario", rememora ahora este pacense.

Lo que José Luis pensaba iba a ser una experiencia exótica, se ha convertido en parte fundamental de su vida. Una experiencia que le ha permitido poner en práctica de manera directa todo lo que estudió en la carrera de ingeniería industrial. Los motivos personales que le llevaron allí pasaron a un segundo plano cuando tomó contacto con las enormes carencias con las que los ciudadanos locales tienen que lidiar día a día, en un país donde la pobreza afecta al 40% de la población. "Una vez allí, solo quedan las ganas de ayudar, en lo que sea, para que su gente pueda tener una oportunidad distinta", afirma este ingeniero

Hace apenas unos días regresó de Bengbis, una ciudad situada al sur de Camerún, donde ha estado impartiendo un curso de electricidad al personal local durante un mes, un proyecto que se enmarca dentro del plan de habitabilidad básica que la ONG Zerca y Lejos lleva a cabo en la selva camerunesa desde hace diez años. "Hemos intentado proporcionar una base teórica sobre la instalación eléctrica al personal local", explica este ingeniero.

La teoría se impartió acompañada de diversas prácticas reparando las averías eléctricas del colegio que la ONG tiene en la pequeña misión de Adjolí, la escuela donde 300 estudiantes de la etnia pigmea más pobre del país, los baka, pueden estudiar la educación primaria básica. José Luis destaca que, si bien había partes que resultaban un poco densas, los seis alumnos de los distintos pueblos de la región pusieron todo su interés en el curso. "Las ganas de aprender que tienen hace que merezca la pena todo el trabajo de los profesores", asegura.

La primera impresión de este extremeño al llegar a la capital del país, Yaoundé, fue la del contraste entre la selva virgen que rodea al aeropuerto, y el caos de los coches en la ciudad, "otra selva de calles y edificios bajos entre los que es imposible orientarse". Las diferencias entre los dos países no se limitan a la riqueza, el idioma, o el color de la piel. "Lo que esperan de la vida, y la forma de conseguirlo, es muy distinto en cada país", explica José Luis. "En Africa las prisas no existen, nosotros vivimos según el reloj, ellos según el sol". Pero lo que más difícil, sin duda, ha resultado para este experto industrial, ha sido ponerse en la piel del otro y entender sus problemas y necesidades.

Este año han viajado a la selva camerunesa 60 voluntarios de todo el país para llevar a cabo diversos proyectos en el ámbito de la salud, la educación, y la animación socioeconómica. Allí forman al personal local en informática, electricidad, soldadura y odontología. La ONG Zerca y Lejos también tiene en marcha otros proyectos en diversas partes del país que contribuyen al desarrollo de su población como es la asistencia sanitaria y odontológica, campañas de promoción de la salud, gestión de microcréditos a grupos de mujeres y acceso a la educación de los pigmeos baka.

José Luis lleva dos años cambiando el verano de playa por la selva tropical, solo por ayudar a los que más lo necesitan y contribuir al desarrollo de una población olvidada, de la que según afirman los voluntarios, "se aprende más de lo nunca podrás ofrecerles". De hecho, no duda que volverá el año que viene para continuar ayudando a su población e intentar transformar este trocito del mundo con su labor social.