Beth Harmon es la protagonista de una miniserie que ya han visto en Netflix más de 60 millones de espectadores y que, cuentan, está agotando los tableros de ajedrez en algunas tiendas. La historia de una niña americana huérfana que lucha contra las vicisitudes de su vida para convertirse en campeona del mundo de ajedrez en los años 50 y 60, ha servido para popularizar este juego y deporte y para reivindicar a la mujer en él. Aunque las aficionadas no han dejado de crecer en las últimas décadas, ellas son una minoría en las competiciones oficiales. La Federación Extremeña de Ajedrez cuenta con 530 jugadores federados, de los que 62 son mujeres. Poco más del 11%. Cinco ajedrecistas extremeñas cuentan sus impresiones sobre la falta de paridad, la popular serie y sus experiencias entre blancas y negras.

PILAR DÍAZ

«Mi sueño es llegar a ser campeona de España»

Empezó a jugar con apenas 3 o 4 años. «Lo vi un día en la biblioteca y le dije a mi padre que me enseñara; no sé por qué me llamó la atención». Pero le atrajo. «Lo veo muy interesante y entretenido y esa tensión de no saber qué va a pasar y que te hace pensar, me gusta», afirma Pilar Díaz de 14 años. Emeritense, cuando cumplió los seis años entró en el Club de Ajedrez Magic y con 7 empezó a competir. Tres veces consecutivas campeona de Extremadura absoluta (de chicas y chicos), muchas más jugando solo en categoría femenina, acaba de recibir uno de los premios ‘Diputación Contigo Talento’ y ha participado en cuatro Campeonatos de España. ¿Cómo se consigue? «Practicando mucho, revisando partidas, repasando aperturas, viendo cómo juegan los rivales, sus puntos débiles...».

En la mayoría de las competiciones en las que ha estado reconoce que hay «muchísimos más chicos que chicas; en las finales siempre me he enfrentado a chicos». El ajedrez es su pasión y su sueño, llegar lejos en este mundo: «mi reto es ser campeona de España». Para conseguirlo, practica casi todos los días, «pero cuando tengo muchos deberes o exámenes no puedo». Y aunque no sueña despierta con el ajedrez, como la protagonista de Gambito de Dama, reconoce que a veces «sí me pongo a pensar algunas partidas o aperturas, pero en mi cabeza, no en el techo». ¿Qué te parece la serie? «Muy interesante porque cuenta exactamente la vida de una ajedrecista y las partidas son reales, aunque en la vida real son mucho más lentas». La más larga que ha jugado hasta ahora ha superado las 4 horas.

Cree que precisamente por el tiempo que requiere «se ve como un deporte aburrido, pero para nada, es muy entretenido aunque también me gusta salir con mis amigos». A parte de divertirse, Pilar admite que el ajedrez le ayuda a estudiar: «a pensar antes de actuar, a ver las consecuencias de lo que hago y a concentrarme mucho más». Sus fichas favoritas, la dama «porque es la mejor pieza del tablero» y los caballos «porque me gusta cómo se mueven y se puede ‘truquear’ mucho a la gente en el medio juego». A su padre, con el que aprendió, «le gano desde que tenía 8 años».

PAOLA MOLINA

«Este deporte no entiende de edad ni de género»

«El ajedrez es un deporte en el que nunca dejas de aprender, cada partida es nueva porque hay tantísimas combinaciones que ninguna es igual a otra». Esa fue una de las cosas que enganchó de pequeña a Paola Molina, periodista. «Empecé a jugar en casa con mi padre, después en el colegio y desde entonces no he parado». Paola es directiva del Club de Ajedrez Magic y jugadora del equipo femenino que este club creó a conciencia para dar una mayor visibilidad a la mujer. «Aunque compito, para mí es un hobbie muy bonito porque aprendes, compartes, conoces a gente... Y es muy enriquecedor, tiene muchos beneficios para la vida diaria porque cada día tomamos pequeñas decisiones que marcan nuestro futuro y este juego te ayuda a planificar, a analizar las consecuencias de una decisión, a centrarte... Sería una buena herramienta pedagógica en los colegios».

Por su experiencia, Paola cree que sobre el ajedrez impera el estereotipo de juego «difícil» o «solo para personas inteligentes» porque para mejorar «se requiere constancia, concentración, trabajo, esfuerzo... como para muchas otras cosas; pero es un juego accesible a todo el mundo, cada uno en su nivel. Yo no voy a competir con gente que me gana a los dos minutos». Por eso defiende que «el ajedrez no entiende de edades, de géneros ni de nada, solo de las habilidades que cada uno tenga» y eso, dice, se aprecia bien en la serie de Netflix, que a su juicio, «puede impulsar el ajedrez».

Paola reconoce que en los niveles infantiles apenas hay diferencias en el número de niñas y niños aficionados, «pero entre jóvenes y adultos se reducen bastante las mujeres; es complicado encontrar un por qué; de mi grupo éramos 10 o 12 chicas y a día de hoy todas tenemos ese gusanillo, pero solo yo continúo jugando». Como jugadora, dice que es más de ataque que de defensa y que con blancas suele abrir con gambito, pero prefiere el escocés que el de dama, aunque disfruta más en el juego medio, «te da más posibilidades». Y si tiene que elegir una pieza, duda: «ninguna es menos importante, hasta un peón puede ser decisivo».

BELÉN BATALLA

«Visualizo partidas en las paredes, como en la serie»

Belén Batalla, de Badajoz, se encontró con el ajedrez durante un taller de ‘Vive el verano’ en Badajoz, su ciudad. «Soy malísima dibujando y recortando, así que me fui directa al ajedrez cuando lo vi. Sabía mover las piezas, me enseñó mi padre». Luego, en el instituto, también empezó a jugar con sus compañeros en los recreos. De ahí al primer torneo, al segundo... a los Judex, al campeonato regional y al nacional con el Club Ajedrez Santa Isabel. Belén Batalla es la actual campeona de Extremadura sub-16 y, entre otras victorias, acaba de ganar el torneo mixto Marcos Suárez de Almendralejo y es la primera mujer que lo hace. Ha participado en varios campeonatos nacionales y le encantaría estar alguna vez entre los 10 mejores ajedrecistas de España. «Hay mucho nivel, son buenísimos». ¿Por qué te enganchó? «Principalmente porque no había que moverse, la Educación Física no me va mucho», confiesa entre risas. «El ajedrez me encanta porque me gusta pensar, analizar y, al contrario que otros deportes, da igual la altura o la edad, puedes jugar con cualquier persona».

Su partida más larga ha durado cuatro horas. Y en las competiciones se encuentra con más chicos que chicas. «Yo creo que de pequeña a las niñas no nos apuntan a ajedrez». Y contra los estereotipos, dice que no hay que ser «mega lista» para sentarse frente a un tablero, «teniendo un poco de agudeza mental, con la práctica puedes mejorar mucho». Ahora, por el covid, juega mucho por internet cuando el instituto y sus otras aficiones (toca varios instrumentos) le dejan tiempo. Y también reconoce que este juego le ayuda a tener más memoria, a razonar y a tirar más de lógica. «Para las Matemáticas viene fenomenal». También sirve para hacer amigos: «la verdad es que no sé por qué dicen que es un juego asocial, si conoces a un montón de gente», aunque sí lo tilda de «un poco silencioso».

Por supuesto, ella también ha visto la serie de Netflix e incluso tiene algo en común con su protagonista: «yo también visualizo partidas en las paredes y eso me ha salvado de algunas clases aburridas; como tiene un lenguaje de coordenadas se puede estudiar en la mente sin necesidad de tablero». Eso sí, no suele utilizar gambito porque le parece una apertura un tanto «sucia, de gente que juega a posicionar, y yo soy más una jugadora táctica, juego más a la italiana».

AINOA JIMÉNEZ

«Es un juego maravilloso para la intervención social»

Psicóloga de profesión, desde hace varios meses se ocupa de los proyectos sociales que a través del ajedrez realiza el Club Magic, pionero prácticamente a nivel mundial en utilizar el tablero para proyectos sociales y terapéuticos. «Nunca antes lo había contemplado como herramienta de trabajo, pero es maravillosa para la intervención social. Para mí es un auténtico descubrimiento». Ella se encarga en Cáceres de un programa de reinserción que se realiza en las cárceles de Cáceres y Badajoz (patrocinado por la Fundación Jóvenes y Deporte) desde hace una década. «Empleamos un método originario de Juan Antonio Montero, que consiste en entrenar con distintos ejercicios la memoria, la atención, el razonamiento lógico... a través del ajedrez. También se ocupa de otro proyecto con el que se fomenta el envejecimiento activo de los mayores en las residencias extremeñas y que ahora, por el covid, se realiza por WhatsApp. Y, entre otros, de una iniciativa con Cáritas para las personas sin hogar.

«Cuando empecé en esto me llamó mucho la atención cómo algo que tenemos estereotipado como un juego difícil puede acercar y ayudar a la gente». ¿Qué aporta? «Pensamiento estratégico, cálculo, control de la impulsividad... Y todo eso se puede extrapolar a la vida diaria, para tomar decisiones y analizar sus consecuencias». En estos programas, la presencia de mujeres es cada vez mayor. «Se está perdiendo un poco el miedo». Y la serie de Netflix puede ser otro impulso. «Es muy importante que se muestre el papel de la mujer, poco a poco cada vez somos más». Claros ejemplos son dos de sus alumnas de los talleres que ha impartido en la biblioteca de Cáceres en las últimas semanas y que «ayudan a romper el estigma de juego complicado»: María Sánchez y María Luisa Barrantes, ambas de 70 años. «Nunca antes había tocado un tablero; en nuestra infancia no era un juego que estuviera en las casas, pero me está gustando mucho, me hace pensar y ahora por lo menos sabemos mover las piezas y echar una partida gracias a Ainoa», cuenta María Luisa. «A mí siempre ha gustado el ajedrez, pero aquí no había nada para aprender; me ayuda a desconectar y te aporta riqueza; ojalá se repitan estos talleres y podamos seguir aprendiendo», añade María, otra fan de la famosa seria de Netflix.

MIRIAM AGUADO

«El ajedrez me ayuda mucho a concentrarme»

Aprendió en casa, con su padre, cuando apenas tenía 6 años, y desde entonces (ahora tiene 14 años) no ha parado de jugar al ajedrez. «Me atrajo porque va mucho con mi forma de ser, soy de reflexionar y de ir a lo seguro, por eso no juego con la apertura de gambito de dama», desvela Miriam Aguado, de Badajoz. «En el ajedrez todo tiene una lógica, me resulta divertido y he hecho muchos amigos jugando». Desde los 7 años pertenece al Club Magic y es otra de sus jóvenes promesas. «Al principio iba a clases los viernes y ahora sigo pero on line, por el coronavirus». Aprende a resolver problemas, analizan partidas, tácticas y estrategias y juega con tableros virtuales a través de Lichess. «Me gusta más jugar en persona, porque sientes más las partidas».

Aunque el ajedrez es una de sus pasiones, tiene claro que lo primero son sus estudios (está en 3º de la ESO), a los que también le ayuda el ajedrez: «Me resulta más sencillo enfrentarme a los exámenes; desde que juego los veo como pequeños desafíos, me ayuda a concentrarme, a templarme... si algo no sale, paras, respiras y lo vuelves a intentar». A eso ha contribuido también la competición, en donde suele encontrarse más rivales masculinos que femeninos, pero eso nunca ha sido un problema.

«Normalmente hay una mayoría de chicos, por eso el club creó un equipo solo femenino para impulsar a las jugadoras, pero realmente no hay ningún tipo de diferencia de sexo en las competiciones». Esa es una de las razones por los que destaca el éxito de la serie de Netflix: «no solo porque se dé difusión a este deporte poco conocido, sino porque la mujer es la protagonista». Y precisamente es la ficha que representa a la mujer, la que más le gusta. «La dama es la que tiene más movilidad, más poder y la que normalmente da mate al rey».