Clara y Lucero son un matrimonio más en Cáceres. Se casaron en enero del 2010, "por obligación y de penalti", y dos meses después se convirtieron en la primera familia registrada como homomaternal en la ciudad. "Al menos eso es lo que nos dijeron en el registro, porque no sabían ni qué tenían que hacer". Daniela es el fruto del amor entre una cacereña y una colombiana cuya relación se inició en el 2007. Tiene tres años y es la alegría de la casa. Ella fue la que motivó a sus madres a casarse en el 2010, obligadas por la ley. El matrimonio homosexual se había aprobado cinco años antes, el 3 de julio del 2005, bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero. Por entonces Clara, de Cáceres, aún no se había enamorado nunca de una mujer. Lucero fue la primera.

En su caso no hubo espera para poder casarse, pero el verdadero acontecimiento de esta pareja fue el nacimiento de Daniela. Tres años después de conocerse decidieron formar una familia. "Lucero lo tenía más claro, yo prefería esperar un poco más", cuenta Clara, pero pronto abrazó la idea y casi llega antes la pequeña que la boda, que se adelantó por cuestiones administrativas.

"La boda fue un trámite" para dar protección legal a la niña. Gracias al matrimonio, Daniela puede llevar el apellido de sus madres y es legalmente hija de las dos. Clara la gestó mediante inseminación artificial, con el semen de un donante anónimo. "Al final la ley nos obligó a casarnos para tener un hijo de las dos; no entiendo porque tiene que ser así, cuántas parejas tienen hijos y no están casadas. Esto no es tener los mismos derechos", critica Clara.

La ropa y las disputas

¿Cómo decidieron quién se quedaría embarazada? "Fue muy fácil. Nos pusimos las dos un cojín en la barriga y a la que mejor le quedaba era a Clara", cuenta Lucero entre risas. Ahí no hubo problemas. Tampoco los hay ahora, "aunque como cualquier pareja tenemos nuestras disputas", aunque quizás no por lo mismo. "Con un hombre no sueles reñir por qué ropa ponerle a la niña, aquí sí es común". Cosas de mujeres, dicen.

Si hay algún secreto a voces en esta familia es la normalidad y la naturalidad. "Nosotras ya no atendemos si nos miran por detrás o no. Es cierto que nos hemos tenido que enfrentar a esas cosas, miradas y cuchicheos, y es duro sobre todo cuando lo hacen personas jóvenes". Era la novedad y "al principio sí había que decir que éramos dos mamás. Pero ya nos conocen y no hemos tenido ningún tipo de problema". "En la guardería el día del padre no se hace regalo y el día de la madre se hacen dos", cuenta Clara. En proporción es lo mismo. En el colegio ocurrirá igual. Daniela empieza este año la etapa escolar y sus madres, que reciben apelativos diferenciados: Clara es "mami" y Lucero, "mamá", aseguran que sienten un poco de temor a cómo pueda ser aceptada o a que haga una pregunta "y no sepas qué contestarle".

De momento, no hay dudas en el aire, "tiene asumido con naturalidad que ella no tiene papá y tiene dos mamás y queremos que sea ella misma la que se lo explique con la misma naturalidad a los compañeros que se lo pregunten". Del mismo modo, Clara y Lucero han optado por hablar sin tapujos y sin ocultismo a su hija. "De momento no ha preguntado nada, a lo mejor lo hace ahora después de oírnos hablar tanto del tema", cuestiona Clara durante la entrevista en presencia de la pequeña. Cuando haga preguntas y tenga edad para entenderlo, sus madres le contarán que los niños son fruto del amor entre dos personas.

¿Las familias homoparentales pueden conmover a los homófobos por aquello de los niños? Ambas lo niegan: para los detractores es todavía peor que haya menores de por medio. "Los homófobos lo seguirán siendo tengamos bebés o no". Hay también quien sostiene que una pareja homosexual puede llevar a los hijos a serlo también. Respuesta obvia: "Somos lesbianas y las dos somos hijas de heterosexuales". Sobran más palabras. La normalidad se impone, aunque ambas, miembros de Extremadura Entiende, colectivo de lesbianas que cuenta varias áreas, una de familia, reconocen que ven reticencias entre otras parejas a la hora de interactuar con otro matrimonios igualitarios, así como a participar en las actividades y viajes conjuntos que organiza este colectivo. "Nos choca el temor a descubrirse, porque hay mucho desconocimiento todavía, mucha gente no sabe que para tener hijos tiene que casarse, por ejemplo". ¿Qué le diría a esas parejas? "Hola, estamos aquí". Están ellas y Extremadura Entiende, que aglutina a varias familias y 40 socias.