En el ámbito económico es un pilar para sectores estratégicos en la región, como son el ganadero, el del corcho o la caza. En el social evita la despoblación y mejora la calidad de vida de los núcleos rurales. En el ambiental, conserva la biodiversidad, combate el cambio climático y mejora la gestión de los recursos hídricos. La lista de beneficios que aporta la dehesa a Extremadura tiene igual longitud que peso.

Este ecosistema, del que la comunidad autónoma tiene más superficie que ninguna otra en España, ocupa en la región más de un millón de hectáreas, una tercera parte de su territorio, lo que no le libra de padecer actualmente importantes problemas. "La dehesa es un sistema inestable, ni es un bosque ni son pastos, sino que es un sistema mixto que es mantenido por el hombre. Si lo abandonas tiende convertirse en bosque, y si la actuación sobre él es muy intensa, a perder los árboles y convertirse en pastos degradados. Hay que mantenerlo en un estado intermedio, y eso es lo más complicado que tiene", explica José Luis del Pozo, jefe de servicio de Ordenación y Gestión Forestal de la Consejería de Agricultura de la Junta de Extremadura.

Hay coincidencia en que el principal mal que sufre la dehesa es una casi total falta de regeneración del arbolado, factor al que se une un envejecimiento generalizado de los ejemplares. Más del 80% de los árboles tienen ya más de 75 años. "Ahora mismo hay un envejecimiento muy grande de la masa de árboles", indica del Pozo. Precisamente, añade, el hecho de que se trate de especies que pueden llegar a vivir "setecientos u ochocientos años hace que no nos demos tanta cuenta del problema, pero en una superficie muy grande la regeneración es casi nula". Si la tendencia no varía, sostiene, esta falta de relevo podría derivar a medio plazo en que solo hubiese "dehesas con unos pocos árboles dispersos y muchos terrenos que ya serían solo pastos".

Jesús Valiente, portavoz de la organización ecologista Adenex, coincide en que los niveles de regeneración del arbolado "son muy cercanos a cero". A su juicio, la situación de la dehesa extremeña es "catastrófica". "No solo es que esté en peligro, es que ya está desapareciendo", resume.

"Ya no estamos hablando de un problema que se plantee a largo plazo, sino a medio o a corto", remarca Felipe Leco, profesor de Geografía Humana de la Uex y autor de numerosos trabajos e investigaciones sobre la dehesa.

Detrás de esta falta de renovación y merma de la masa forestal hay diferentes factores: sobrecarga ganadera; uso de maquinaria pesada; la realización en el pasado de talas o podas mal hechas --que se acaban convirtiendo en focos de entrada de todo tipo de problemas para el árbol--; o la seca de la encina, son los principales.

El exceso de carga ganadera es en el que más hincapié hacen los expertos. La gran expansión que han experimentado las cabañas en la región se hace patente comparando los censos ganaderos realizados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en los años 1962 y 2009. En menos de cinco décadas, las cabezas de ganado porcino aumentaron un 62,5% en Extremadura, las de ovino un 39,3% y las de vacuno un 373%.

Enrique Vega, que dirige una explotación ecológica de vacuno situada entre los términos de Oliva de Plasencia y Guijo de Granadilla, apunta las dos causas fundamentales de este aumento. Por un lado, el que comenzara a ser posible llevar el pienso hasta las mismas explotaciones, ya que "antes de los setenta no entraba ni un gramo", lo que obligaba a dimensionar el número de ejemplares de cada finca a su capacidad de generar alimento. Por otro, el sistema de subvenciones de la Política Agrícola Común (PAC), con ayudas vinculadas al número de cabezas de ganado (caso del vacuno o del ovino). "Así lo único que puede pasar es que vayan desapareciendo árboles", lamenta este ganadero, que es también miembro del grupo Acción por la Dehesa.

LAS APORTACIONES Lo que parece claro es que con la conservación de la dehesa están en juego muchas cosas para la región. "Desde el punto de vista económico es garantía del aprovechamiento del campo en Extremadura", incide Jesús Valiente. "Dentro de la superficie agraria es la más importante, con mucha diferencia, para Extremadura", resalta José Luis del Pozo. Pero además de para las producciones agrarias puede ser también muy importante en un futuro para sectores como el del turismo, y no solo por su vinculación a las actividades cinegéticas. "De momento la mayor parte de los alojamientos rurales están en núcleos de población. Quizás una de las formas de revalorizar la dehesa sería recuperar cortijos o casas solariegas como recurso agroturístico", sugiere Felipe Leco.

También puede tener trascendencia en el ámbito energético, como fuente de biomasa, aprovechando los residuos que se generan de forma natural en estos espacios.

En cuanto a la faceta ambiental, "sin la dehesa se perdería buena parte de la biodiversidad europea", dice Jesús Valiente, que resalta también su contribución para retirar CO2 de la atmósfera y como factor de regulación hídrica. "Si desaparece la dehesa el desierto estará más cerca", remacha.