María --prefiere ocultar su identidad-- se compró hace unos años un solar en el norte de Cáceres. Las dificultades por las que atravesaba su negocio y el aumento considerado de las cuotas de la hipoteca le impidió hacer frente dos meses al pago y en un abrir y cerrar de ojos se encontró una orden de embargo entre sus manos, pese a que siguió ingresando sus cuotas. A raíz de ahí le asesoraron que refinanciara su hipoteca, ésta aumentó pero el terreno sigue siendo suyo.

Similar es el caso de Amilcar Morales, que tras adquirir su vivienda en Torreorgaz las cuotas de la hipoteca comenzaron a doblarse hasta el extremo de no poder hacer frente a ellas, "trabajaba solo para pagar", recuerda. Comprobó que dejar de pagar era lo peor porque le embargarían y tendría que seguir pagando, por lo que solicitó la dación en pago para liquidar la hipoteca. Tras un acuerdo con el banco, lo logró. Se quedó sin vivienda, pero saldó el cien por cien de la deuda.