Llevan mes y medio cerrados a cal y canto, sin ingresos, con las cámaras más o menos llenas ante el inicio de una de las mejores épocas del año, con la primavera y la sucesión de eventos. Todo quedó en suspenso para la hostelería el pasado 14 de marzo, con una cuenta de gastos que sigue aumentando (aun con aplazamientos temporales) y con muchas incertidumbres sobre su reapertura: el plan de desescalada apunta a este lunes 4 de mayo para el inicio de la actividad con la comida a domicilio, 11 de mayo para las terrazas, al 30% de su capacidad, y el 25 de mayo para el interior de los locales, con el mismo límite. La mayoría duda de que puedan ser rentables sus negocios y, por tanto, viables.

Extremadura cuenta con 6.732 establecimientos de hostelería (bares, restaurantes, cafeterías, pubs...), según los últimos datos del INE y alrededor de 23.000 trabajadores. La mayoría son pequeños establecimientos con uno o dos empleados como mucho y constituyen un importante motor de empleo en la región dentro de la maquinaria del turismo. Pero el panorama que tienen ante sí es bastante incierto con muchas dudas sobre su reapertura, una economía al ralentí, una actividad turística que no dudan que se resentirá al menos este año y un problema sanitario que va a cambiar la fisionomía de esta actividad.

Un estudio de Bain & Company-EY cifra en un 40% la caída en la facturación que se prevé en el sector a consecuencia de la crisis del coronavirus. En algunos casos, lo elevan hasta el 50% teniendo en cuenta que entre marzo y mayo suelen acumular la mitad de su facturación anual: en Extremadura podrían perderse alrededor de 2.700 establecimientos a causa de la crisis del covid-19.

Medidas insuficientes

Además de los ERTE, algunas empresa han recurrido a las ayudas planteadas por el Gobierno, como el aval para créditos del ICO o la moratoria de alquiler para locales comerciales en los casos en los que era posible, pero en el sector cuestionan su efectividad real y las ven «insuficientes».

«Cuando yo suba la persiana tendré que afrontar los pagos de ese momento y el porcentaje que me corresponda de los aplazados. Eso no va a ser sostenible para muchos negocios porque los ingresos van a caer seguro ¿Cómo afronto pagos más elevados si ingreso menos?» cuestiona el presidente de la asociación de empresarios de la hostelería, Antonio Martínez.

El sector reclama al Gobierno que se les permita rescatar de los ERTE a los trabajadores «de forma escalonada» en función de la actividad y planes flexibles para la vuelta a la actividad. «Hablan de la posibilidad de que se amplíen las terrazas. Pero la mayoría de locales en Cáceres y Badajoz, por ejemplo, están en la zona centro con calles estrechas y delimitaciones por el problema del ruido. No se va a poder poner una terraza ahí ni ampliarla», dice Martínez.

«Abrir para poder atender solo dos mesas es casi un suicidio»

«Abrir para poder atender solo dos mesas es casi un suicidio»

Kike Romero - Las Claras (Cáceres)

«Un bar sin clientes no tiene sentido porque sin clientes no hay bar», resume Kike Romero, al frente del bar Las Claras de Cáceres. Y eso, que para él es la esencia de su actividad, se ha perdido con las medidas que se plantean para la vuelta a la actividad: «El concepto sociológico de bar, como un espacio en el que me puedo relacionar con la gente, no va a existir ahora», dice. Y apunta a las lagunas que le hacen dudar de si podrá afrontar o no la reapertura de su negocio a partir del 11 de mayo. La primera, la limitación del aforo. «Si solo puedo instalar el 30% de las mesas de mi terraza, supone que solo puedo tener dos mesas. Con eso, no creo que sea posible tener un volumen de clientes y de actividad que me permita afrontar todos los gastos que conlleva la reapertura; es casi un suicidio abrir», afirma. Sobre todo si eso supone que los dos trabajadores que tiene en plantilla se tengan que reincorporar junto a él, si pierde todas las ayudas a las que se ha acogido con el parón y si tiene que afrontar todos los pagos desde el momento en el que suba la persiana. «Un negocio tiene que dar al menos para que se pueda mantener abierto y no creo que vaya a ser posible así. No creo que la gente salga con alegría a tomar algo ahora mismo», afirma.

Junto a eso reconoce que tiene «muchas dudas» sobre lo que tiene que hacer para protegerse él y al cliente. «Debería tener claro qué pautas voy a tener que seguir para abrir en dos semanas, pero lo cierto es que no sé si voy a tener los medios para poder desarrollar mi trabajo con seguridad», asume. «Ahora mismo lo veo todo con muchas dudas y con indignación. Esperemos que el verano nos dé también un respiro».

«Hay gastos que van a seguir igual ya tengas 20 clientes o 3»

Raúl Paniagua - La pitarra del gordo (Plasencia)

Lleva el parón con «resignación» y ve el futuro con la incertidumbre del que asume que cuando levante de nuevo la persiana será consciente, como muchos otros, «de la verdadera dimensión del problema». Desde hace 25 años Raúl Paniagua está al frente de La Pitarra del Gordo, una taberna con solera en pleno corazón de Plasencia. Tiene a seis empleados y cuando se decretó el estado de alarma se acogió a la posibilidad del ERTE. «Pero siguen llegando gastos que hay que afrontar, como el pago de facturas a proveedores», recuerda. Otros están aparcados de momento gracias a la moratoria, pero en cuanto inicie la actividad, deberá abordarlos también con muchas dudas sobre si el volumen de facturación permitirá hacer frente a todos ellos y ‘la mochila’ acumulada durante el cierre.

«Tengo que tener un cocinero, un camarero en el comedor, otro en la barra y otro en la terraza. La luz la tengo que encender igual para tres clientes o para 20, así que la pago igual. Hay muchos locales que no van a ser rentables», dice. El suyo es pequeño, por eso teme que la distancia de seguridad fijada en 1,5 metros y la limitación del aforo que eso conlleva reduzca hasta tal extremo el volumen máximo de clientes que no permita cubrir gastos. «Si tengo seis metros de barra, no podrá haber más de dos o tres personas y en el comedor, donde tengo ocho mesas, no podría haber más de tres», lamenta. De momento asume que este cierre ya se ha llevado por delante «en torno al 50%» de su facturación anual, que se produce entre marzo y mayo por la sucesión de puentes y eventos como la Semana Santa y el Cerezo en Flor, que llena el norte de la provincia: «Si cae la hostelería, detrás irán otros sectores», apunta.

«Mi negocio no puede abrir el 11 de mayo con estas condiciones»

Laura García - Carmen Gastrobar (Badajoz)

«Mi negocio no va a abrir el día 11 de mayo en esas condiciones. Y creo que un 80% de la hostelería no ve viable abrir en estas condiciones», asevera Laura García Lara, al frente de Carmen Gastrobar Gin Class desde hace siete años y al frente de la plataforma de hosteleros de Badajoz, con 25 empresarios. Las condiciones a las que se refiere son las limitaciones de aforo anunciadas (el 30% y solo en terrazas en principio), que en el caso de su local supone que de las diez mesas que tiene ahora solo podrá utilizar tres. «La alternativa sería que nos permitieran ampliar el espacio de terraza. Se ha solicitado al ayuntamiento, que no tenemos aún respuesta», apunta.

A su juicio, quedan «demasiados flecos» por definir, entre ellos «cuántas personas se pueden sentar en cada mesa y qué distancia tiene que haber entre ellas». Propone además que si solo pueden utilizar el 30% de la capacidad de los establecimientos, otros gastos se reduzcan en la misma proporción: «Que también me permitan pagar solo el 30% del alquiler y de la factura de la luz o del agua» y que, en línea con todo eso, se pueda ir recuperando a los trabajadores del ERTE de forma progresiva en función de la actividad. «No me pueden pedir que trabaje al 30% de mi capacidad pero que incorpore a la plantilla al cien por cien» critica y más aún cuando lo previsible, a su juicio, es que el consumo sea mucho más moderado por el miedo de la gente al contagio y los problemas económicos de muchas familias a causa de la crisis del coronavirus. «Tendremos que aprender a convivir con el virus. Pero a lo mejor si se hicieran test masivos y se conociera realmente la situación, se podrían replantear las medidas y que no fueran tan restrictivas si se ve que no es necesario», dice.

«Esperamos que nos responda la clientela. Hace falta normalidad»

«Esperamos que nos responda la clientela. Hace falta normalidad»

María Ortiz - Socia de Volterra y Damajuana (Mérida)

Dos días antes de que se decretara la alarma María Ortiz y su socia decidieron bajar la persiana porque los clientes habían dejado de ir. «La semana anterior había sido horrorosa», recuerda. Ahora se preparan ya para una reapertura que ven con mucha incertidumbre aunque tratan de afrontarla con optimismo: «La gente está deseando recuperar la normalidad y la normalidad está también en los bares», apunta. «Confiamos en que nos responda la clientela», dice. Un porcentaje importante son funcionarios y trabajadores de las sucursales bancarias que hay por la zona: «Son sectores que han mantenido sus trabajos en mejores condiciones que otros», argumenta.

Pero a pesar de eso, no tienen claro si será rentable subir la persiana en una semana para atender solo a los clientes en la terraza, reducida a tres mesas con las limitaciones de aforo impuestas. Si abrir supone prescindir de todas las ayudas que se activan con el ERTE (en su caso por ejemplo han conseguido negociar una rebaja del 50% en el alquiler de los locales) y tener que readmitir a los 14 trabajadores que integran la plantilla («pagar nóminas y seguros») quizás los números no cuadren. «El problema no son las pérdidas acumuladas sino las que se seguirán acumulando tras la apertura», afirma. Porque con el mes y medio de parón calcula que han perdido el 20% de la facturación anual con la Semana Santa. Pero además está el aire aún si se podrá desarrollar el Festival de Teatro, uno de los grandes eventos en la ciudad. «Esperemos que flexibilicen las medidas, que nos permitan mantener las mesas al menos en la terraza, aumentando la separación», plantea.