Riadas de cacereños y turistas se movían ayer por las calles de la ciudad para presenciar los cuatro desfiles penitenciales y los doce pasos que se sucedieron en Jueves Santo. "Estamos superando todas las previsiones de público. No hay un solo estacionamiento en el centro, el párking se llena, las calles rebosan de gente y los mayordomos de las cofradías están muy satisfechos con la participación", señaló a mediodía el presidente de la Unión de Cofradías de Cáceres, Luis Jiménez Pulido. Los datos hablan por sí solos: la procesión del Cristo Negro congregó a 30.000 personas en la medianoche del Miércoles Santo, una cifra que se supera cada año.

El primer cortejo penitencial de Jueves Santo fue el de la Sagrada Cena, con su impresionante paso de 2.400 kilos de peso a hombros de 115 hermanos de carga. Un contratiempo de última hora impidió completarlo este año con la imagen de Judas Iscariote, encargada al imaginero sevillano Antonio Joaquín Dubé de Luque. Pero la Sagrada Cena se lució en todo su esplendor por las principales calle de la ciudad, sobre cientos de gladiolos y más de mil claveles rojos. Detrás, Nuestra Señora del Sagrario, con nuevo pañuelo y puntilla frontal de talleres andaluces para realzar su traje bordado en oro sobre tisú de plata.

LOS PASAJES A las ocho de la tarde salió de San Mateo una de las cofradías señeras de la Semana Santa cacereña, la Vera Cruz, fundada en 1521, que representa con sus imágenes los pasajes de la crucifixión y muerte a hombros de un millar de cofrades: La Oración del Huerto (1898, regalo de las hermanas Bernáldez de Castro), el Beso de Judas (tallado en 1935 en talleres levantinos, y recientemente restaurado), el Amarrado a la Columna (1913, también reformado este año), el Cristo de la Salud (siglo XVI, destaca por su realismo) y la Dolorosa de la Cruz (realizada en 1952 y portada por 37 hermanos que soportan 1.000 kilos de peso). La cofradía engalana sus tallas con flores del campo extremeño como brezos y escobas, además de claveles y lirios, que confieren a estos pasos la imagen más tradicional de la Pasión cacereña.

El silencio y el recogimiento también llenaron ayer las calles de la mano del cortejo penitencial del Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Señora de la Caridad, acompañados por 400 hermanos en un largo itinerario desde San José hasta la plaza y retorno al templo. El crucificado (1930) abría la comitiva entre flores secas y búcaros de lirios y rosas rojas. La Virgen (XVIII) estrenó sallas y mangas de raso blanco bordadas en oro, financiadas con los premios de la cofradía en la Lotería de Navidad. Llevaba rosas de té y orquídeas.

Poco antes de la medianoche emprendió su marcha la hermandad del Humilladero, que acaba de incorporar a su nomre el de Antigua cofradía del Espíritu Santo . Caracterizado por su alta participación y la juventud de sus cofrades, el cortejo iba encabezado por la banda de la hermandad con su nuevo uniforme de gala, escoltando al Señor de la Columna (1656), restaurado este mismo año. Le seguía el Cristo del Humilladero (XVI), imagen titular, sobre una alfombra de 1.800 claveles rojos, y María Corredentora, con nuevas flores rizadas de cera.