Tal vez puedas comprarlo más barato en Amazon, pero los impuestos de este comercio van para esta ciudad, esta comunidad y este país». Es una de las máximas que la Asociación de Comerciantes de Mérida defendió durante la pasada campaña navideña para animar las ventas en la calle y refleja perfectamente la situación en la que se encuentra actualmente el pequeño comercio extremeño: acosado por las ventas on line, la competencia de las grandes superficies y la falta de un relevo generacional que dé respuesta a los cambios en los hábitos de consumo. La consecuencia: casi 700 tiendas menos desde el año 2015, cuando comenzó a ser más visible este cambio de tendencia.

«El comercio tradicional no ha sido capaz de adaptarse a lo que el nuevo consumidor busca: comprar a cualquier hora, que te lo lleven a casa y además en tiempo récord», reconoce Eduardo Abad, presidente de la Unión Profesional de Trabajadores Autónomos (UPTA). Basta con darse un paseo por cualquier barrio o pequeño pueblo para ver los carteles que anuncian la liquidación o el cierre por jubilación de alguna tienda. Como ejemplo, en la calle Santa Eulalia de Mérida y sus alrededores, principal zona comercial de la capital autonómica, se pueden contar actualmente más de 20 locales en alquiler.

Según los últimos datos publicados por el Ministerio de Empleo, Migraciones y Seguridad Social, solo en los últimos cuatro años Extremadura ha perdido 681 autónomos del sector del comercio: de los 22.168 que estaban dados de alta a 31 de diciembre de 2015 en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA), a la misma fecha de 2019 quedaban 21.487. Esta es además la cifra más baja desde el año 2012, uno de los peores de la crisis. La región, no obstante, presenta mejor evolución que el conjunto del país: a nivel nacional se han perdido más de 34.700 comerciantes desde el 2015, lo que supone una reducción del 4,2% frente al 3% que de Extremadura.

Desde UPTA, Eduadro Abad explica que estas cifras evidencian una «cruda realidad» que obedece a varios factores. El primero, la caída de la «burbuja del emprendimiento». Durante los años de la crisis fueron muchas las personas que decidieron probar suerte abriendo su propia tienda en un sector tremendamente saturado: «la demanda interna no ha sido capaz de asimilar tanta oferta y ahora vemos cómo echan el cierre negocios cuyos titulares no tenían una experiencia dilatada en el sector. Estos han sido los primeros afectados», comenta.

Programas piloto / Otro de los factores que también está influyendo de forma muy negativa en la situación que atraviesa el pequeño comercio son las ventas por internet y los cambios en el consumo, a los que el sector tradicional aún no ha sido capaz de adaptarse. La edad media de los autónomos comerciantes en la región ronda los 55 años, personas que «no tienen en su ADN la modernización tecnológica» y por ello desde UPTA abogan por la formación para ganar más competividad. Así, plantean programas piloto para que los pequeños comerciantes puedan vender por internet o para la implantación de servicios a domilicio en las tiendas presenciales. En definitiva, señala Abad, «copiar los modelos de los grandes y adaptarlos al pequeño».

UPTA alerta de que la situación es muy delicada, y no solo por las estadísticas de afiliación a la Seguridad Social, sino también por las cifras de negocio. En este periodo, las ventas en el comercio de proximidad han disminuído un 20% en España, mientras que las ventas a través de internet de grandes empresas de comercialización al detalle como Amazon, Aliexpress o Alibaba han aumentado un 18% en solo dos años.

En la misma línea se expresa el presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), Lorenzo Amor. En un comunicado, señala que el comercio se enfrenta a grandes retos como la venta on line y la digitalización, que a a obligar a los comerciantes a renovarse. A su juicio, no se volverán a recuperar las cifras precrisis y además, avisa de que el comercio es el sector que más ha acusado el proceso de despoblación. «Cuando en un pueblo se cierra el pequeño negocio el pueblo muere, y cuando no se dan oportunidades reales de emprendimiento y relevo generacional en esos mismos pueblos, los jóvenes se marchan y los comercios pierden toda posibilidad de cliente. Es un círculo que debemos romper para salvar el comercio y revitalizar nuestras comunidades con mayor índice que población rural», concluye.