Hablar sobre Diego Bardón Salamanca, el heterodoxo nacido en Fuente del Maestre, es referirse, sin lugar a dudas, al extremeño más universal del momento. El mismo se define como "un cosmopolita pánico-patafísico y cóncavo-convexo que en Fregenal de la Sierra se siente parisino; en París se siente neoyorkino, y en Nueva York se siente vecino de Casares de las Hurdes".

Hace cuatro días, como quien dice, en la galería parisina 'Le Cabinet D,Amater', hasta el techo de intelectuales y artistas, el celebrado escritor Fernando Arrabal, en su condición de 'Sátrapa Transcendente', impuso al fontanés 'La Orden de la Grande Gidouille'. Para mayor aclaración, hay que decir que este galardón fue creado por el Colegio de Patafísica de París, siendo uno de sus mentores el dramaturgo revolucionario y precursor del surrealismo y del dadaísmo Alfred Jarry. Otro de los fundadores fue Boris Vian, poeta, novelista y trompetista de jazz.

La Patafísica es para sus adeptos "la ciencia de las soluciones imaginarias", definiéndose su Colegio como "una sociedad docta e inútil". Fueron ilustres patafísicos, en el pasado siglo, artistas tan señeros como Jacques Prevert, Max Ernst, Marcel Duchamp, Jean Dubouffet y René Cler. El máximo status en el Colegio lo ostenta, actualmente, Fernando Arrabal, a quien le pasó el testigo Eugenio Ionesco, Premio Nobel de Literatura. Otros españoles que han recibido la mentada Orden han sido los pintores Pablo Picasso y Joan Miró, el escritor Camilo José Cela y el propio Fernando Arrabal.

Hay que reseñar que Diego Bardón, iconoclasta donde los haya y conocido en algunos foros como 'Tobillos de Oro de Extremadura', le cogió la delantera a celebridades como el escritor checo Milan Kundera y el ensayista y poeta francés Michel Houellebecq, también propuestos para recibir tan meritorio premio. No obstante, ambos fueron descartados por carecer de vida y obra patafísicas.

Obitos

Resulta más que trágicamente chocante que varios de los galardonados fallecieran al poco tiempo de ser homenajeados. De manos de Fernando Arrabal recibieron tan arquetípica laureada tres creadores excepcionales: el pintor-pánico Olivier O. Olivier, cuya entrega se realizó en París; el arquitecto Oscar Neimeyer, que la recibió en Río de Janeiro, y la escultora Louise Caroline Bourgeois, concedida en Nueva York. Al escaso tiempo de ser encumbrados a tan meritorio pódium, los tres pasaron a criar malvas y ya andan por otras galaxias. Ahora, cuando Bardón ha hecho el número cuatro y también ha recibido el espaldarazo por parte del dramaturgo español, ha gritado a los cuatro vientos: "¡Yo no quiero ser la excepción. No me falles, Arrabal!" Y por si las moscas, ha encomendado al que firma estas rocambolescas líneas para que vaya preparando su obituario.

Ni que decir tiene que Diego Bardón se ha prodigado en levantar la pata y hacer extrañas piruetas en heréticos ambientes parisinos, siempre rodeado por chipirifláuticos y afamados creadores. El pasado 31 de enero, en las páginas del diario 'Liberation', de París, el periodista Jacques Durand recordaba que, en la galería de arte de Jacques Kerchache, en pleno Barrio Latino, justamente en la calle Sena, el disidente extremeño fue proclamado componente del Movimiento Artístico y Literario 'Grupo Pánico'. Ello ocurrió a principios de los años 80 del siglo pasado. Fue toda una puesta en escena. Arropado por celebridades como Roland Topor, Olivier O. Olivier, Fernando Arrabal y Alejandro Jodorowsky, Diego Bardón se autocorneó en un muslo. Con la sangre manada de la herida, mezclada con la sangre de un caballo, ciertos componentes del Grupo Pánico pintaron un capote de torear. Mientras, al fondo, se escuchaban los acordes de la orquesta de 'Le Gran Magique Circus', dirigida por el divino Jerome Savary.

Maratones a la vista

Por si fallaran los pronósticos y Diego no fuera baja en el combate en fechas próximas, ya sueña con futuras maratones. Más que de sobra son conocidas sus trotes, siempre de espaldas, en maratones de renombre. Así, mirando al mundo al revés, ha participado en cinco maratones en Nueva York. Alrededor de 22.000 kilómetros lleva a sus espaldas (nunca mejor dicho) el amigo Bardón, lo que, a juicio de los "sátrapas transcendentes" es "toda una obra de arte patafísica". Kilómetros --dicho sea de paso-- contabilizados, aparte de las maratones, en sus entrenamientos por las empinadas sendas de Las Hurdes y por aquellas otras no tan sinuosas de la comarca de Tierras de Granadilla, en torno al embalse de Gabriel y Galán.

A la vista tiene dos maratones (acaba de regresar de correr uno en México): en septiembre en Africa del Sur y, cuando caiga noviembre, en Nueva York. Esperemos que el mal fario que conlleva la Orden que le impuso el apóstata Arrabal no surta efecto y pueda seguir gastando suelas y llevando, heterodoxamente, el nombre de Extremadura por tierra, mar y aire.