En España el dinero negro cabalga a sus anchas, bien sea por el menor sentimiento de responsabilidad ciudadana o por los laxos controles del fisco. Según los datos oficiales, en España el dinero B representa en torno al 20% del producto interior bruto (PIB), el doble que en los países de la eurozona. La convicción de que los fondos ocultos al fisco no eran excesivos en el conjunto de la UE llevó a los ministros a establecer que los controles en el tránsito de una moneda a otra fueran escasos.

"No hay nadie que se dedique a investigar esto", explica Mollineda, quien justifica que haya un elevado porcentaje de contribuyentes (según el CIS) que piensen que los únicos que pagan impuestos son los asalariados, mientras que otros colectivos escapan al control de Hacienda. El tránsito al euro permitió "a quienes poseían millones de pesetas en billetes B hacer el cambio al euro negro paulatinamente, de forma espaciada en el tiempo si acudían a la misma sucursal o acudiendo a distintas entidades, de tal manera que Hacienda no pudo detectarlo".