No eran aún las 11 de la mañana del 7 de julio de 2011 cuando Guillermo Fernández Vara cruzaba el hemiciclo de la Asamblea para saludar a José Antonio Monago , su flamante sucesor al frente de la Junta. Se acababa de consumar, tras la abstención de Izquierda Unida, el vuelco electoral del 22 de mayo y todos los actores principales empezaban la legislatura con el pie cambiado: el PP nunca había sido gobierno, el PSOE nunca había estado en la oposición, e IU nunca había tenido tanto poder y responsabilidad. A todos les ha costado... y les sigue costando: al PP, no hacer oposición a la oposición, al PSOE reconocer que ya no es el actor principal y que algo debió de hacer mal, y a IU que sus decisiones, para bien y para mal, afectan ahora a la vida de la gente.

Han pasado 731 días desde que aquel 7 de julio Monago lograse el aval del Parlamento para gobernar en una legislatura marcada una vez más por la crisis, pero también por el control del déficit y la armonización autonómica. La anunciada lucha contra el paro ("la cosa", como la bautizó Monago en la campaña electoral) dio paso a la lucha contra el déficit público sobre todo lo demás, hasta el punto de que el presidente calificó como de "histórico" y "heróico" el rebajarlo en 2012 al 0,69%, ayudado por el impuesto bancario de Ibarra .

El otro condicionante de la legislatura lo está poniendo el gobierno de Rajoy , que va dictado vía ley, decreto o Conferencia Sectorial, el camino a seguir incluso en las materias de competencia autonómica: es decir, que como suele decir Escobar, "las comunidades autónomas son cada vez menos autónomas". Rajoy ha metido mano en Educación con el aumento de ratios, en Sanidad con el copago farmacéutico, en Dependencia con la devaluación de la Ley, o en la Función Pública con la suspensión de la extra a los funcionarios, sin olvidar el aumento de impuestos como el IRPF y el IVA, la supresión de primas a las renovables o la reducción de empresas públicas.

Un escenario complicado del que José Antonio Monago ha salido reforzado políticamente por llevarle la contraria a Rajoy en tres golpes de efecto: adelantando la extra a los funcionarios, estableciendo una compensación por el IVA cultural y anunciando una rebaja del IRPF en su tramo autonómico.

Han sido sus mejores momentos, pero en estos dos años los ha habido malos... y muchos. El paro no ha dado tregua, y ha roto, mes a mes, y EPA tras EPA, todos los récords; su equipo, el denominado "gobierno de los mejores", ha sufrido bajas sonadas como la de Javier Fernández Perianes tras el escándalo de su clínica en Elvas, y ha necesitado de refuerzos como el de Iván Redondo en el Gabinete del Presidente.

Sin olvidar el momento clave de la legislatura, la aprobación de sus primeros presupuestos. Monago llegó a estar en la cuerda floja con la enmienda a la totalidad de IU, pero su retirada le dio oxígeno, y la aprobación de la ley de medidas fiscales, 6 meses después, reforzó la certeza de que hay gobierno hasta 2015. En ambos casos, IU tuvo que decidir, en palabras de Escobar , entre "Guatemala", mantener al gobierno y "Guatepeor", la convocatoria de elecciones anticipadas, que para la coalición sólo hubiera beneficiado al PSOE.

Los socialistas, mientras, viven su particular travesía en el desierto de la oposición, tras 28 años en la tierra prometida de la plaza del Rastro. Se aferran a Guillermo Fernández Vara, con buena valoración en las encuestas pese a la derrota electoral, y, perdida la esperanza de la moción de censura, confían en remontar ya en mayo de 2015 con una doble estrategia: buscar acuerdos con Monago por un lado, y darle toda la cera del mundo por otro. Para lo primero cuentan con Vara, y para lo segundo con Valentín García , el ariete de un grupo parlamentario que no estaba pensado para hacer oposición, hasta el punto de que han tenido que tirar de veteranos como Luciano Fernández o Francisco Macías para la "batalla".

Izquierda Unida, por su parte, vive su momento más tranquilo en todo este tiempo, después de lograr uno de sus objetivos, la Renta Básica. Si la abstención en la investidura dividió a la formación, el dejar pasar los presupuestos la partió... y su XII Asamblea no cerró, ni mucho menos, las heridas. Las espadas siguen en todo lo alto, y cualquier chispa puede reavivar el incendio interno.

Ahora quedan 686 días para las elecciones y el resultado, como la legislatura, no dependerá del todo de lo que hagan en la región. Ni Monago ni Vara pueden esperar, salvo sorpresa, que Rajoy y Rubalcaba les ayuden a sumar votos, más bien al contrario, por lo que, tal y como están las cosas, el primero que se aparte de su "jefe" tendrá ventaja.

Monago ya lo hace, y a Fernández Vara se lo pueden poner en bandeja si en Ferraz cambian de líder a tiempo. La solución, en la noche del 24 de mayo de 2015, o quien sabe si, como en 2011, Escobar tiene la llave y hay que esperar unas semanas más...