La violencia y el maltrato contra la mujer constituyen una lacra que, pese los cientos de denuncias que se registran cada año en Extremadura, no cesa. Por ello, las medidas de apoyo a las maltratadas van in crescendo . En los últimos cuatro años, son ya 329 las mujeres que han pasado por los dos centros de acogida de la comunidad.

El Instituto de la Mujer considera que aunque el aumento de las denuncias es positivo --un 25% en el primer trimestre con respecto al del 2002-- los datos que recogen las casas de acogida indican que lejos de solucionarse, las situaciones de maltrato siguen constituyendo un problema social de primer orden.

La Casa de la Mujer de Cáceres cuenta con tres grandes espacios de información y orientación, de formación y de acogida. En Badajoz, el centro dispone de dos espacios, uno abierto que presta atención social, asesoramiento jurídico, intervención psicológica y atención socio-laboral y otro espacio cerrado de acogimiento.

PISOS TUTELADOS

Asimismo, desde el 2000 están en funcionamiento dos pisos tutelados, uno en cada una de las provincias, con el fin de prestar alojamiento y, sobre todo, facilitar la integración socio-laboral de aquellas mujeres en situación de dificultad social derivadas desde los centros. Por estos pisos han pasado, desde su apertura, 23 mujeres víctimas del maltrato y 53 niños.

"La principal característica del problema de la violencia contra la mujer es la negación de la agresión por parte de la víctima. Esta ocultación se debe, casi siempre, al miedo al rechazo social, a la vergüenza o a las faltas de perspectivas vitales y sociales tras las denuncias", explica la directora de la Casa de la Mujer en Cáceres, Maribel García.

Por eso, a consecuencia de este miedo a denunciar, es difícil establecer el perfil de las víctimas porque no se conocen todas. Sin embargo, sí que se puede destacar el perfil de las mujeres que acuden a los centros de acogida extremeños ya que la mayoría de ellas tienen entre 25 y 36 años, un nivel cultural y socio-económico medio-bajo y dependen afectivamente de su pareja.

Por otra parte, la violencia está rodeada de una serie de prejuicios que muchas veces condena de antemano a las mujeres y justifica a los hombres. En este sentido, García señala que "hasta que no se rompa con los mitos y se eduque en términos de igualdad, no se acabará con el problema".