Hace un año la cifra de extranjeros en situación irregular en Extremadura rondaba los 5.000, si se da por bueno el dato de cruzar el padrón con las cifras de inmigrantes con permiso de residencia. Haciendo la misma cuenta ahora el número de sin papeles rondaría el millar. Sin embargo, mientras el número de extranjeros empadronados ha crecido en 1.500 personas en el último año, el de tarjetas de residencia sólo lo ha hecho en 240. ¿Cómo es posible entonces que haya menos sin papeles? La explicación es el efecto Rumanía y, en menor medida, el efecto Bulgaria . Y es que en el 2006 había empadronados en Extremadura 3.300 rumanos y 300 búlgaros, pero apenas un millar tenía papeles.

Ahora hay empadronados 4.300 rumanos y 330 búlgaros, pero 3.000 no tienen tarjeta de residencia. Ni falta que les hace: desde el 1 de enero, los nacidos en esos dos países forman parte de la UE. Con ello la cifra de sin papeles ha descendido drásticamente, pero se ha generado otro problema. Rumanos y búlgaros pueden vivir en España, pero para trabajar necesitan los mismos trámites que los no comunitarios, unos permisos de trabajo difíciles de conseguir. Esto esta generando tensas situaciones, como la de Santa Marta.

Para Pilar Holgado, la situación puede generar problemas: "El modelo de crecimiento tiene fecha de caducidad, y en cuanto haya una crisis y se necesite menos mano de obra podría haber conflictos". Por ello, la técnico de CCOO propone la formación de los inmigrantes y un sistema de homologaciones que les permita acceder a empleos de acuerdo con la formación recibida en sus países, "que les permitiría entrar en otros sectores".