La Federación Regional de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de centros públicos (Freampa) aglutina a más de 420 ampas de centros públicos de la región. «Representamos a más de 40.000 familias; no hay otro movimiento con tal cantidad de población en un solo colectivo», explica José Luis Casado, el nuevo presidente de Freampa desde octubre. Por eso, pide que se escuche a los padres para ser parte de la decisión sobre el futuro de la enseñanza de sus hijos.

-El Consejo Escolar acaba de pronunciarse y va a pedir al ministerio, entre otras cosas, que repetir curso sea excepcional y que se avance temario. ¿Qué les parece?

-Lamentamos profundamente que las propuestas que se hicieron desde la asociación de padres más representativa del país fuesen desestimadas prácticamente en su totalidad. No se nos ha tenido en cuenta y se han primado otras posturas que no compartimos. Da la sensación de que quieren transmitirnos una cierta sensación de normalidad de cara al final del curso y no es real porque la situación es de todo menos normal.

-¿Qué defiende la Freampa?

-Nuestra petición era que más que avanzar currículum se consolidasen ahora los contenidos básicos ya impartidos. Solo se ha aceptado nuestra propuesta de que los departamentos de orientación faciliten a las familias pautas de comportamiento para que los alumnos después del confinamiento recuperen una cierta normalidad.

-¿Qué les parece el aprobado general que se plantea en Italia?

-No es la medida más adecuada, no es apropiada. Entendemos que hay que evaluar a los alumnos, pero de una forma diferenciada. En contra de lo que dice el Consejo Escolar, consideramos más adecuado que se evalúe a los alumnos con los dos trimestres que se han hecho presenciales y que se tenga en cuenta, pero siempre para mejorar la calificación, el tercer trimestre no presencial. Todo ello condicionado a que exista igualdad de oportunidades.

-¿Se puede llegar a garantizar esa igualdad cuando hablamos de más de 175.000 alumnos?

-La educación online no es solo tener un ordenador y un espacio en casa. Y la brecha digital no se da solo entre el alumnado, también entre el profesorado. La educación online es mucho más que mandar tareas telemáticamente. El sistema educativo actual está pensado para hacer clases presenciales, no para otra cosa. Los niños están mareados de que les manden cosas a través de siete u ocho plataformas distintas. El Gobierno dice que nadie se quede atrás, pero el que no tenga internet cómo no se va a quedar atrás, el que no tenga una familia que pueda apoyarle en sus tareas se va a quedar atrás… Por eso, si tenemos que parar para que nadie se quede atrás, habrá que hacerlo. No está garantizada la igualdad en el acceso a la educación online y vamos a dejar a una parte de la sociedad con serias dificultades, que repercutirán en los cursos siguientes.

-¿Pero parar no podría ser contraproducente para los alumnos?

-A ver, no se puede decir que el curso se ha acabado, ha cambiado de formato y eso requiere adecuar también los sistemas de evaluación a la nueva realidad. Tendrá que haber una evaluación pero ni los profesores ni los alumnos están preparados para una formación online. No se puede no evaluar, hay que buscar alguna forma para evaluar lo que hacen los alumnos en sus casas y eso tiene que servir para mejorar la nota, pero si no se garantiza que todos los alumnos tienen acceso en condiciones de igualdad a los recursos y los contenidos que se van a evaluar se está rompiendo un principio constitucional básico. Empeñarse en que sean evaluables todos los contenidos y avanzar materia no es la mejor solución. En este momento se requieren medidas más flexibles. No nos obcequemos en evaluar a los alumnos porque no es imprescindible, es más importante garantizar la equidad social, el bienestar de las familias, mucho más que evaluar. Ahora es más importantes consolidar los contenidos ya aprendidos que avanzar.

-Educación ha pedido a los docentes mesura a la hora de enviar tareas, ¿está siendo excesivo?

-Es algo que está condicionando esta situación. Pedimos coordinación a los docentes a la hora de mandar los trabajos para evitar su exceso y flexibilidad porque hay centros que se están empeñando en que se respeten para las clases los horarios de las clases matinales sin tener en cuenta que a lo mejor hay solo un ordenador en casa y padres teletrabajando. Hay que ser flexibles y responder con imaginación.

-¿Qué plantean los padres?

-La semana pasada tuvimos una entrevista telefónica con la consejera y le vamos a mandar nuestras recomendaciones, entre ellas, que haya una especie de servicios mínimos en los centros, un miembro del equipo directivo y un conserje, por ejemplo, para atender a familias que no tengan ninguna posibilidad real de acceder a las tareas o que no tengan impresora en casa. El papel de los ayuntamientos es muy interesante también para facilitar recursos.

-¿Qué papel juegan los padres ahora en esta enseñanza online?

-Los padres reclamamos que no nos utilicen como buzones, porque parece que somos el intermediario, el buzón. Esto nos va a servir para reflexionar de cara al futuro, pero ahora no estamos preparados porque no se había planteado nunca esto. La educación ha dejado de estar en los centros para estar en los hogares y eso genera no solo una brecha digital sino también una brecha social, que deja en desventaja a las familias más desfavorecidas. Los padres dependiendo de su nivel socioeducativo van a tener un papel fundamental y los hay que simplemente no pueden porque no tienen los conocimientos. Los padres no son docentes, lo harán lo mejor que puedan, pero algunos podrán y otros no. Y curiosamente, también estamos penalizando a los que trabajan en sectores esenciales: sanitarios, transportistas, reponedores, policías... no pueden estar en casa.

-¿Cuándo cree que volverán a abrirse los colegios?

-La impresión de la comunidad educativa es que ni en lo que queda de abril ni mayo se abrirán. Si existe vuelta al colegio será escalonada y mínima, de una a dos semanas en junio que no va a dar tiempo a desarrollar mucho. Creo que el tercer trimestre va a ser prácticamente formación online.

-Madrid habla de final de mayo...

-Hablan más de deseos que de realidades. Las comunidades tienen las competencias en educación, pero el estado de alarma es estatal. El deseo de todos es recuperar la normalidad cuanto antes, pero nos parece complicadísimo. No somos nada optimistas de cara a final de curso.

-La EBAU si tiene fecha...

-Es un tema muy inmediato y nos preocupa porque tampoco se le ha dado una solución clara. Además, el Consejo Escolar de Estado se contradice a nuestro juicio cuando dice que hay que seguir avanzando currículum. Si no somos capaces de garantizar que todos los alumnos tengan acceso en las mismas condiciones a los contenidos, no deberían avanzarse contenidos y debería proponerse una EBAU acorde a las circunstancias, es decir, a la fase presencial del curso.

­-También hay voces que plantean alargar el curso. ¿Qué opinan?

-No hay unanimidad entre las familias, en parte porque la realidad climatológica del país es variada. Pero la postura más generalizada es no alargarlo. Es una opción que está ahí, pero más importante es adaptar los contenidos curriculares a la nueva realidad y pensar medidas que garanticen una cierta socialización tras el encierro.

-¿Esta situación también afectará al próximo curso?

-Habrá que hacer modificaciones. Está claro que los contenidos elementales que no se hayan impartido de manera presencial habrá que recuperarlos. Hay que ser imaginativos y ofrecer adaptaciones, apoyos… pensando sobre todo en los que han tenido menos opciones de avanzar. Pero todavía quedan dos meses de este curso y nos preocupan muchas cosas.

-¿Qué es lo que más le preocupa?

-Que la situación no mejore, que las familias queden al margen de los sistemas. Nos preocupan las familias más vulnerables, que exista esa brecha digital y social, que no tengamos claro si está garantizada la atención alimenticia de todos los colectivos. Nos preocupa la comunicación entre los docentes y los alumnos, que haya coordinación, que no se agobie a las familias porque hay muchas que están en un momento delicado, en paro o con un ERTE. Ni las condiciones del confinamiento ni las situaciones familiares son las mismas. No es momento de evaluar tanto sino de atender y ser empáticos con la gente que lo está pasando mal.