Si al jefe de Medicina Interna del complejo hospitalario de Cáceres, Carlos Martín, alguien le hubiera preguntado en febrero cómo iba a afectar la pandemia a nuestro país habría respondido que tal y como se está comportando ahora: Con uno o dos ingresos diarios (hay días que ninguno), pocos con una afectación grave y eventualmente algún fallecimiento. Nadie se imaginaba cuál iba a ser la magnitud, de hecho, en el hospital todos pensaban que se parecería a una epidemia de gripe. «Siempre se habló de que este año iba a haber dos epidemias de gripe en vez de una, pero esto no se ha parecido nada a una gripe», afirma. Y no deja de sorprenderles porque tampoco pensaron nunca que la evolución iba a ser tan positiva. El doctor Martín advierte de que el virus sigue estando entre nosotros pero asegura que no es el mismo que hace tres meses. Ahora los enfermos que necesitan hospitalización no requieren UCI y la mayoría se cura. Incluso los más mayores, los más castigados en esta pandemia. En su planta el récord de mayo está en el alta a un anciano de 99 años, algo impensable, dice, en marzo y abril.

-¿Nos enfrentamos ahora a una enfermedad menos agresiva que hace tres meses?

-Desde luego ahora es una enfermedad mucho menos grave. Tenemos dos hipótesis: Una sería que se ha producido una atenuación y el virus es menos agresivo, que es la hipótesis que a todos nos gustaría. Y la otra es que la gente se infecta muchas menos veces. Es decir, cuando a mediados de marzo no se tomaban muchas precauciones la gente contagiada seguía reuniéndose sin mascarilla, eso producía no una sino decenas de infecciones, lo que hace que llegues con una carga viral más alta y tengas un cuadro más grave. Y esos cuadros tan graves de gente menor de 60 años y sana no los hemos vuelto a ver.

-Entonces, ¿ahora es más fácil curarse que en el mes de marzo?

-Sí, estamos dando altas incluso a personas muy mayores. El récord está en un paciente de 99 años. Los ancianos vienen malos pero no tan malos. Muchas veces incluso gente muy mayor y con muchas patologías salen adelante, mientras que en marzo o abril la mortalidad era elevadísima entre los nonagenarios. También es verdad que sabemos mucho más ahora de cómo manejar a los pacientes de lo que sabíamos a primeros de marzo.

-Esto que está ocurriendo se parece más a lo que se pensaba que iba a ser esta pandemia…

-Si a mí me hubieran preguntado cómo iba a ser esta pandemia hubiera pensado en esto que pasa ahora; es decir, algún caso de vez en cuando que tiene que ingresar y sobre todo en personas muy vulnerables. Lo que no hubiéramos esperado nunca es lo que pasó, nadie habría imaginado esa sobrecarga hospitalaria. Ahora tenemos uno o dos ingresos al día, a veces ninguno, de gente muy vulnerable y muy mayor, y eventualmente algún fallecimiento. Siempre hablábamos de que este año iba a haber dos epidemias de gripe en vez de una y luego esto no se ha parecido nada a una epidemia de gripe.

-¿Tiene que ver en esa reducción de casos la utilización de las mascarillas?

-Las mascarillas juegan un papel muy importante. La verdad es que siempre nos extrañó esa postura inicial de que no se usaran mascarillas. Muy posiblemente la decisión estaba relacionada con que no las había en el mercado, pero a mí me parece que en un virus de transmisión respiratoria el uso de mascarillas juega un papel muy importante.

-Ya hemos empezado a salir a la calle, ¿hasta cuándo habría que esperar para ver si la desescalada se está haciendo correctamente?

-No creo que se pueda poner una fecha. Hay que ir semana a semana chequeando la situación y tomar las decisiones de acuerdo con los datos. Si vemos que no hay ingresos, que Atención Primaria no está detectando casos leves, quiere decir que las medidas están siendo efectivas y, por lo tanto, que se podrá proseguir en la desescalada. Por ejemplo el viajar a Badajoz, que es algo sorprendente que no podamos hacer, pero creo que quieren ir poco a poco.

-¿Qué le diría a la población?

-Que no se crea que esto ha pasado del todo, que siga las instrucciones de las autoridades sanitarias y que no se fíen.

-A pesar de todo, sigue el miedo a que llegue el otoño…

-Sí. La encuesta más fiable es la que ha publicado el Ministerio de Sanidad, que calcula que un 5% de la población española se habría infectado ya. Eso quiere decir que un 95% de la población española es susceptible de contagiarse. Si no se va del todo y sigue circulando, en octubre, con el confinamiento olvidado, esto podría ser un brote importante. Y hay que tener en cuenta un detalle importante: Si con un 5% de infectados muchos hospitales han estado al borde del colapso, si hubiera un rebrote que afectara a un 10% no me quiero ni imaginar lo que podría pasar. Por tanto, sí hay que tenerle miedo a lo que pueda pasar cuando vuelva el invierno si es que el virus no se va del todo. Habrá que estar muy preparado para una hipotética segunda ola cuando vuelva el frío.

-¿Cómo podemos saber si el virus se ha marchado?

-No sé cuál será el sistema que decidan finalmente pero hay uno, que está ya montado para la gripe, que es el sistema centinela. Consiste en que una serie de centros de salud, estratégicamente distribuidos por el territorio nacional, a todo el que va con síntomas respiratorios le toman una muestra para ver si es la gripe; pero no para decirle el resultado al paciente, sino para tener la estadística. Quizá ese sería un sistema para mantener con el coronavirus, para tener una idea de si está o no circulando el virus. También el número de ingresos de alguna manera refleja el número de casos, por lo tanto la otra manera de vigilar es ir viendo cuántos enfermos ingresan en junio, en julio, en agosto,… para conocer si sigue existiendo circulación de virus o no. Aunque el sistema más fiable es el centinela.

-En la primera entrevista que concedió a este periódico en abril hablábamos de lo difícil que iba a ser ir este verano a la playa, ¿cómo lo ve ahora?

-Lo veo mejor, aunque lo del chiringuito con 200 personas sigue estando complicado. A la playa sí se va a poder ir pero guardando distancias, con medidas de seguridad,… Y es posible que haya chiringuitos, pero desde luego con normas de aforo. Aglomeraciones pidiendo gambas por encima de cuatro filas no lo creo.

-¿Cómo se encuentra su equipo?

-Hemos estado dos meses en tensión máxima y ahora no tenemos ni muchísimo menos esa sobrecarga de trabajo ni esa sensación de tensión. Mucha gente de Medicina Interna son jóvenes y esto lo han vivido como una experiencia triste pero apasionante. Yo también, si consigo olvidar la parte de tragedia, diría que ha sido la mejor época de mi vida profesional. Una persona dedicada toda su vida a las enfermedades infecciosas, este es el colmo de los colmos de una enfermedad infecciosa. Y nos hemos enfrentado a ella con pocos datos, por tanto también muy apasionante respecto a tener que ir tomando decisiones no basándonos ni en la bibliografía ni en los ensayos clínicos, sino en la experiencia del día a día, en la intuición, en la experiencia en otras enfermedades,… Eso es una situación prácticamente irrepetible o esperemos que sea irrepetible. Aunque lo que hemos vivido ha sido muy triste, sobre todo para los pacientes y los ancianos que han muerto solos. Hemos llorado mucho, fundamentalmente en casa. Por eso hay que ser prudentes para que no se repita.