Las lluvias cuantiosas y constantes de la pasada primavera, unidas a las elevadas temperaturas que se vienen registrando desde hace semanas, han creado las condiciones idóneas para la reproducción del mosquito tigre (aedes albopictus). En Cataluña, por ejemplo, una comunidad en la que este insecto originario de Asia está presente desde el 2004, las observaciones contabilizadas durante el primer semestre suponen un incremento del 70% respecto al 2018, según la aplicación Mosquito Alert, una plataforma gratuita en la que todos los ciudadanos pueden avisar de la presencia del insecto, temido tanto por lo doloroso de sus picaduras como por ser vector de transmisión de enfermedades como el dengue, la fiebre chikungunya o la fiebre amarilla.

En Extremadura, hasta la fecha este díptero se ha detectado de forma muy puntal y siempre en lugares con mucho tránsito de vehículos como gasolineras o estaciones de autobuses. ¿Puede ser este el año en que dé el salto definitivo para asentarse en la región? Eva María Frontera, profesora del área de Parasitología de la UEx, cree que no. Incluso, considera que en el 2020 la probabilidad de su llegada es incluso menor que otros años. Es cierto que las condiciones de la pasada primavera, la cuarta más calurosa en España desde 1965, según la Agencia Estatal de Meteorología, y la quinta más lluviosa del siglo XXI, van a potenciar su reproducción en algunas comunidades autónomas pero, explica, eso sucederá fundamentalmente en aquellas donde ya está asentado.

En Extremadura, por contra, el mosquito tigre aún no está extendido y la potencial vía para su entrada sería a través de vehículos procedentes de regiones donde sí lo está, como Andalucía, el Mediterráneo o El Algarve. «Este verano parece que la gente va a viajar menos a ellas, por lo que el riesgo es también menor. Tampoco hay ‘paso del estrecho’. Y si hay menos desplazamientos, es menos probable que venga a través de coches o autobuses», detalla esta experta, que durante los dos últimos años ha liderado el proyecto de investigación ‘Vigilancia del mosquito tigre y análisis de la posible circulación del virus del Nilo occidental en Extremadura’. La iniciativa ha incluido la colocación de trampas para su detección en diferentes puntos de la geografía regional, haciendo especial hincapié en aquellos lugares con un elevado tráfico de personas y vehículos, como estaciones de autobuses, de servicio o centros logísticos de transportes. También se situaron en el aeropuerto de Badajoz, ya que estos mosquitos se sienten muy atraídos por el CO2 procedente de las aeronaves. «De hecho, cuando te pican a ti es porque van persiguiendo el CO2 que exhalas y los aviones lo expulsan en cantidades ingentes», aclara.

El proyecto dirigido por Frontera se inició en el verano del 2018, y se ha desarrollado en colaboración con la Dirección General de Salud Pública del SES. En su primer año se colocaron sesenta trampas en 17 municipios y se detectaron mosquitos tigre en cuatro puntos, dos en la provincia de Badajoz (Monesterio y Badajoz capital) y otros tantos en la de Cáceres (Almaraz y Aldea del Cano), según se informa desde la Consejería de Salud y Servicios Sociales. En el 2019 se amplió la búsqueda a 31 puntos de vigilancia, en 18 municipios y con 92 trampas. Esta vez se detectaron en dos ubicaciones, una en la provincia de Badajoz (Monesterio) y otra en la de Cáceres (Navalmoral de la Mata). En todos los casos las trampas donde se descubrió estaban ubicadas en lugares con mucho tránsito de vehículos como áreas de servicio o gasolineras, se remarca desde este departamento.

En las localidades donde se reveló la presencia de este artrópodo, técnicos de Salud Pública se reunieron tanto con los alcaldes de los municipios afectados como con los dueños o responsables de las instalaciones donde se habían encontrado, al tiempo que se procedió a fumigar estos espacios con productos insecticidas y a poner diferentes medios para impedir la proliferación de estos insectos.

El programa de investigación finalizó en mayo y a día de hoy no hay trampas operativas, «pero estamos trabajando junto con la UEx para instalarlas lo antes posible», se afirma desde la consejería extremeña.

«Se ha actuado de forma muy efectiva y en cuanto han aparecido huevos la Administración enseguida ha puesto los medios adecuados, haciendo fumigaciones y tratamientos de forma que los poquitos adultos que pudiese haber se erradicasen», asevera Eva Frontera. Es precisamente la ausencia de ejemplares desarrollados lo que le lleva a afirmar que todavía no hay colonias asentadas en la región. «Donde hemos observado huevos hemos puesto luego muchísimas trampas de adultos y ya no caen», esgrime.

La época de mayor actividad del mosquito tigre depende mucho de las temperaturas. Suele ser en abril cuando ya dejan de hibernar y empiezan a reactivarse. «Pero aquí en Extremadura, todos los casos que hemos visto han sido a mediados o finales de agosto y durante septiembre, los meses en que más movimientos hay», cuenta. No obstante, la vigilancia ha proseguido hasta finales de octubre. «El año pasado, en los puntos que nos dieron positivo, Navalmoral y Monesterio, continuamos incluso hasta noviembre, cuando ya empezó a hacer bastante frío».

A pesar de que hasta ahora la región se ha mantenido a salvo de esta molesta especie, esta investigadora está convencida de que acabará asentándose tarde o temprano también en la región. «No podemos dejar de hacer lo que estamos haciendo porque si no el mosquito tigre podría campar a sus anchas por la comunidad. Hay que ponerle un poco de dificultad para que llegue lo más tarde posible. Y si llega, intentar controlar que no existan unas colonias muy abundantes».

La comunidad no cuenta con factores climáticos específicos que puedan hacer de barrera para su entrada. Es más, «tenemos un clima perfecto para ellos. Pero aparte de que sea bueno, al final lo que necesitan es solo un poco de acumulación de agua, y eso lo tienen en cualquier sitio. En España acabará asentándose poco a poco en todos los lugares. En Madrid ya lo están, se han detectado muchas colonias en Córdoba o Sevilla... Estamos rodeados. Va a llegar y se va a asentar, lo que hay es que estar pendientes y haciendo controles constantemente. Y más adelante, informar a la gente», pronostica. En muchas zonas del Mediterráneo, añade, ya se va informando puerta a puerta de lo que se tiene que hacer para evitar su proliferación. En este sentido, recuerda que en este litoral se ha comprobado que el 80% de las colonias se crían en lugares privados, donde «no podemos acceder ni nosotros ni la Administración pública. No se pueden colocar trampas en todas las casas».

Especies autóctonas

Por otro lado, las especies autóctonas de mosquito sí que se multiplicarán este año. No solo por los factores climatológicos, también por otro derivado de la pandemia. «Como no nos podíamos mover por el confinamiento, lo que ha ocurrido es que a muchas segundas viviendas no se ha podido ir y se ha acumulado agua en piscinas, platos de macetas o cualquier otro recipiente», lo que ha potenciado su reproducción. Un agua que en circunstancias normales se hubiera limpiado periódicamente.

También puede haber un aumento de la población de la mosca negra, un insecto con predilección por las proximidades de ríos y por las acequias de regadío y sobre la que esta profesora de la UEx y varios investigadores más quieren llevar a cabo otro proyecto para su vigilancia. «No tiene tanta importancia como transmisor de enfermedades como el mosquito tigre. El problema de la mosca negra es la picadura y la lesión tan fuerte que producen», explica. Una picadura que ya conocen bien en comarcas como las Vegas Altas. «También tengo constancia de colonias importantes en zonas del Guadiana de Mérida o de la ciudad de Badajoz», añade.

Ya se están recibiendo «bastantes consultas incluso de urgencias» por las lesiones que causa. «No es como el mosquito, que tiene una trompa que mete dentro de la piel y absorbe la sangre. La mosca negra lo que hace es que, con una especie de sierra que tiene en la boca, rompe la piel, entonces brota la sangre fuera y ya la absorbe desde la superficie. Tiene una saliva que echa primero y que es anestésica, de tal manera que no te enteras cuando te está haciendo la herida pero, al cabo de unos minutos, ya te empieza a doler muchísimo y se forma una lesión», describe esta profesora de la UEx.

«Antes no había tantos problemas con ella, pero cada vez está invadiendo más Extremadura. Con el proyecto queremos ver en qué zonas y en qué ríos se crían, en qué plantas... para poder disminuir las poblaciones», avanza.