Mismo trabajo y menos salario, entre otros motivos, porque esos complementos llamados de disponibilidad no los perciben porque, se considera, ellas no pueden afrontar labores fuera del horario oficial, aunque solo sea en teoría. O porque aunque la responsabilidad sea similar, no acceden a los puestos de mando. O porque la mayoría de los contratos precarios, esos que no permiten un sueldo digno, caen en sus manos.

Cruzar motivos evidencia que la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue muy latente. Y los últimos datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) que dio a conocer ayer el INE (Instituto Nacional de Estadística) evidencian esa realidad en Extremadura.

Los trabajos a jornada parcial (de dos, tres o cuatro horas al día y una retribución ridícula) están en manos femeninas. Este empleo precario ha subido en cinco puntos en la región en los últimos dos años y llega ya al 77,5%. Si el número de contratos de este tipo fue de 56.500 a finales de 2017, ellas estaban detrás de 43.800.

Desde 2015, hay 3.800 mujeres más con un empleo de este tipo; al mismo tiempo han bajado en 2.400 los hombres con un contrato de estas características.

Esta fue una de las realidades que arrojó ayer la última EPA, que cifró en 123.900 el número de parados, lo que significa 17.500 menos que en 2016 (-12,3%), aunque también supone un incremento de 2.400 personas con respecto al tercer trimestre de 2017 (+1,99%). De este modo, la tasa de desempleo se sitúa actualmente en la comunidad en el 25,12%.

Y de nuevo, la brecha: el paro femenino está en el 30,1% (65.100 personas) mientras que el masculino registra casi diez puntos menos, 21,2% (58.700 personas).

MÁS EN BADAJOZ / Por provincias, 85.200 desempleados son de Badajoz (16.700 menos que en 2016), con una tasa del 27,01%; y 38.600 de la cacereña (900 menos), y un porcentaje del 21,75%.

Las cifras del INE dejan otras lecturas: la población activa (aquellos que o bien están empleados o a la búsqueda) ha sufrido un descenso en Extremadura de 6.000 personas con respecto a 2016, pasando de 499.300 a 493.200, principalmente en la franja entre los 20 y los 34 años. La causa, de sobra conocida, el éxodo juvenil a otras regiones o países para encontrar hueco -y digno- en el mercado laboral.

Por otra parte, en el cuarto trimestre del pasado año había en la comunidad 369.300 ocupados (los que sí trabajan), 11.300 más que en el mismo periodo de 2016, pero curiosamente en este espacio de tiempo el paro también aumentó en 2.400 personas. Y en esa subida el porcentaje femenino volvió a ser protagonista.