Alberto Durán era de niño muy aficionado a los cómics y a la fotografía. Acudió a cursos con Cristina García Rodero, realizó algunas exposiciones y sintió pronto que la fotografía no le bastaba, que deseaba contar historias controlando todo el proceso. Acabará en el mundo del documental y del cortometraje.

A partir de un grupo audiovisual creado en el Ateneo de Cáceres, nació una de las pocas empresas extremeñas de producción audiovisual, Extrema, de la que forma parte Alberto. El primer corto que terminaron fue El beso de las ánimas , en 1995, que ganó el primer certamen Envídeo en 1996. Después hicieron La balada de Suzanne , donde contaban una historia sin palabras a través de una canción en inglés.

Grabaron una primera historia sobre las lavanderas de Cáceres que se llamaba Cualquier tiempo pasado , con Maruchi León de protagonista, en 2001, que precedió al conocido documental sobre las lavenderas. En 2002 sacaron Negra lluvia . Este año han presentado un cortometraje documental sobre el festival Womad y están preparando otro más amplio que se llamará Yolele .

EN CANAL SATELITE

Su documental Las lavanderas ha sido seleccionado por la cadena de pago Canal Satélite para ser programado en el canal Documanía. El compromiso de su productora es sobre todo con la historia social, intentan contar las historias de la gente que no sale nunca en el cine ni en la televisión, una especie de etnografía visual. "Queremos hacer una historia social del Mediterráneo, es un proyecto que nos llevará años y cuando digo nos, me refiero al equipo de la productora formado por Arturo Marcos, Mila García y yo".

¿Qué puede suponer una televisión autonómica extremeña para el sector audiovisual de la región?

-- Esperemos que pronto esté constituida y que los políticos se pongan de acuerdo. Se trata de una inversión que crea muchos puestos de trabajo. El documental es una enfermedad, una pasión. Nosotros intentamos sacar historias de aquí y venderlas fuera, a los suecos, a los chinos, no al revés, que vienen las productoras de fuera a contarnos nuestras historias. Eso es colonización cultural. Cualquier proyecto audiovisual tiene detrás un equipo muy amplio de trabajadores. Para hacer un documental como Las lavanderas , que costó unos 60.000 euros, pueden hacer falta entre 15 y 20 personas trabajando. La televisión autonómica multiplicaría el empleo en el sector e impulsaría el crecimiento de este sector audiovisual. Una televisión autonómica nos colocaría en el mercado, la gente nos situaría en el mapa porque no sólo se trataría de contarnos a nosotros mismos nuestras propias historias, hay que sacarlas fuera y venderlas fuera.

¿Extremadura está atrasada audiovisualmente?

-- En los últimos 10 años se han traído productoras de fuera para que grabaran nuestras propias historias. Ahora se está empezando a cambiar. La Junta lleva adelante iniciativas imprescindibles y muy importantes como la creación en Cáceres de la Filmoteca de Extremadura. Además, no se le puede echar siempre la culpa a los políticos cuando la tiene toda la sociedad. En España, en el tema audiovisual no es el número de habitantes lo que prima en su desarrollo, sino la voluntad de toda una comunidad de sacar adelante la transmisión de unos modos de vida y de unos valores peculiares que interesan en otros lugares del mundo como nos ha pasado cuando hemos llevado nuestros trabajos a ferias audiovisuales y se han interesado distribuidoras iraníes o chinas porque se veían reflejados en algunas de nuestras costumbres.

¿Cómo reciben a una productora extremeña en las ferias internacionales de lo audiovisual donde muestran ustedes sus trabajos?

-- Recuerdo que lo primero que nos decían los propios colegas españoles era: ´¡Oh, extremeños, qué exótico!´. Los reyes del documental son los franceses y los ingleses y en España, Cataluña y también se están moviendo bastante bien los andaluces.