Recientemente, la Fundación Anar (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) revelaba que los casos de acoso escolar de los que tuvo conocimiento a través de su teléfono de atención se incrementaron casi un 75% en el último año y se han cuadruplicado desde 2009. Según un estudio de esta fundación, un 70% de los menores que sufre acoso escolar lo padece a diario y en más de un 40% de las ocasiones lo sufre desde hace más de un año. Además, con frecuencia las víctimas lo ocultan a sus padres por miedo o para no preocuparles. En Extremadura, según los datos que maneja la Consejería de Educación y Empleo, en el curso 2014-2015 se comunicaron 150 posibles situaciones de acoso escolar. En 87 de ellas se constató la existencia real de un problema de acoso o violencia. La Asociación Crimex (Criminólogos de Extremadura) lleva una década combatiendo este problema en las aulas extremeñas mediante conferencias, talleres o seminarios.

--El curso pasado se constataron 87 casos de acoso escolar en la región. ¿Considera que el dato se ajusta a la realidad o cree que estamos ante un problema mucho mayor en los centros escolares?

--Sí que es mayor. Esos son los casos más llamativos o que despiertan más interés por su gravedad, pero no reflejan lo que está pasando. La esperanza es que se está empezando a crear mucha conciencia social de que este fenómeno del bullying es algo muy frecuente. Pero, mientras tanto, en los colegios e institutos extremeños sigue habiendo patadas, empujones, collejas, insultos, exclusión social... A mí me han llegado a llamar de colegios porque a una chica le han partido un dedo o le han lesionado un brazo. Esas cosas ocurren.

--¿Cuál puede ser la incidencia real del bullying en la región?

--Llevo diez años con esto y, después de este tiempo, lo que he constatado es que entre un 6% y un 9% de los chicos que estudian en la región son víctimas de acoso, intencionadamente y reiteradamente, dos aspectos que definen estos casos. El problema es bastante más grave de lo que se nos quiere hacer creer por parte de la inspección y de las entidades educativas.

--¿Se puede hablar de un perfil de las víctima de acoso escolar?

--Se puede hablar, pero aquí hay que poner cuidado porque nos metemos en un terreno que puede no ser deseable, porque no hay ningún perfil que señale a un menor cómo víctima propiciatoria. Los que la señalan como tal son los chicos que la agreden, la insultan, la vejan, la humillan o la hostigan. Que un chico tenga un defecto físico, no se exprese bien en público, sea menos sociable, sea más débil o tenga un aspecto menos normalizado en su manera de vestir o de manifestarse, eso no le tiene por qué hacer blanco del hostigamiento continuo de los demás. Lo que no podemos consentir, bajo ningún concepto, es que se ejerza una victimización secundaria en el chico, buscando explicaciones de por qué se produce el acoso en la víctima.

--¿Hay diferencias en el acoso en función del género?

--Sí. Normalmente el acoso se produce más entre chicos. Pero tampoco hay que olvidar que los casos entre ellos son más evidentes; el acoso entre chicas es mucho más invisible. De hecho, entre ellas lo más frecuente es la exclusión social, hacer como si la víctima no estuviese. Es muy típico que estén en un corro hablando, venga una compañera y se callen. Y hasta que no se va no comienzan a hablar de nuevo. Eso a una chica en plena adolescencia le hace muchísimo daño porque se ve aislada.

--¿Cuál debe ser el papel de los profesores?

--Es fundamental. Una vez que dejas al chico en el colegio, tú ya no eres el garante de su formación y educación. Los garantes son los que están allí, sean profesores, educadores u orientadores, todos los que forman la comunidad educativa en ese centro, sea un colegio o un instituto. Y si la comunidad educativa no está concienciada e informada sobre este tema y no sabe cuál debe ser el proceder, normalmente no hace nada. En este sentido, creo que hay una dejación de funciones. Muchas veces, cuando voy a dar charlas y conferencias, les digo a los profesores que cómo es posible que digan que la responsabilidad en este problema es de todos. La competencia sobre cómo evitar el acoso sí es de todos, tanto de padres como de profesores e instituciones educativas. Pero la responsabilidad desde que un padre o una madre deja a su hijo en un colegio es absolutamente del colegio. Y está pasando que incluso judicialmente tienen que responder de las agresiones que se producen en sus centros. ¿Pero qué pasa aquí? Por un lado, hay colegios que lo ocultan para no perder su fama, algo que ocurre sobre todo en el ámbito privado. Porque no hay diferencia entre el maltrato escolar entre centros públicos y privados, pero sí que la hay en cuanto a las denuncias que se producen. El caso de Diego González un niño madrileño de 11 años que se suicidó tras un supuesto caso de acoso es muy representativo. Por otro, en muchos centros no hay implicación de los docentes. ¿Es posible que un profesor sea consciente de cuáles de sus alumnos son más brillantes o mejores deportistas o más trabajadores pero no sepa cuáles adoptan comportamientos negativos hacia los demás o quienes están siendo víctimas de acoso? Me extraña. Los chicos siempre aportan signos y señales que hay que saber interpretar. También es verdad que los profesores están muy limitados por varias cuestiones. Una de ellas es la actitud de los padres, que no toleran que les digan que su hijo necesita apoyo psicológico o en su proceso educativo porque están tomando actitudes que no son deseables. Se lo toman como una injerencia en su privacidad.

--Y una vez que se detecta el acoso, ¿qué hay que hacer?

--Tomar medidas inmediatas, que es lo que no se hace. Sancionar al acosador y proteger a la víctima .

--Ahora, el acoso se traslada también a las redes sociales, una esfera aun más difícil de controlar.

--En este terreno, Policía y Guardia Civil hacen lo que pueden, que es mucho, pero hay una labor de prevención que no se efectúa. Los chicos acceden a las redes sociales demasiado jóvenes.