"Quien tuvo mérito fue mi madre, que me dejó empezar a gestionar la explotación ganadera familiar en ecológico". Tras terminar biología y no ver futuro en la investigación, como le hubiera gustado, Enrique Vega, de 53 años, decidió volver a su tierra para trabajar en el negocio familiar: una ganadería en el norte de Extremadura, en la zona de Cáparra. Y lo hizo de una forma novedosa: iniciando la gestión ecológica, cuando no estaba tan de moda. "Empezamos a trabajar en ecológico hace 20 años, pero la comercialización es más reciente", explica.

Entonces, muchos se preguntaban a quién se le ocurría dejar de utilizar fertilizantes en el suelo, limitar la carga ganadera para preservar los recursos de la explotación o abandonar los piensos convencionales (que a veces incluyen elementos para que los animales fijen más líquido, engorden más...). "Por formación, me movió más la conciencia ecológica que la búsqueda de negocio", comenta.

Ahora es un referente en la región en la venta de carne ecológica, de ternera sobre todo (la explotación, de 400 hectáreas, acoge a unas 135 vacas y 90 cerdos; si trabajara de forma convencional, estima que podría triplicar las cabezas) y desde 2010 forma parte de Ganadex, una cooperativa de venta de este producto. Sobre el precio, explica que está en línea con la carne convencional de mayor calidad (por ejemplo, 14 euros el kilo de filetes de primera) y, aparte de sus beneficios para la salud y el medio ambiente, afirma que "quien la prueba, se engancha".