¿Esto es un terremoto? Esta pregunta seguro que se la han hecho los vecinos de varios municipios de Extremadura que han sido epicentros de una quincena de seísmos en los últimos 20 años. Y puede que se la sigan haciendo estos mismos ciudadanos y la del resto de municipios de la región que registran una peligrosidad sísmica de entre cinco (V) y siete (VII) grados en la Escala Macrosísmica Europea --el nivel máximo alcanzable según este sistema de medición utilizado en España es XII--.

Pero si se diera un seísmo de la máxima intensidad prevista en la región solo podría ocurrir en un municipio de Badajoz, Valencia del Mombuey, según el Plan Especial de Protección Civil ante el Riesgo Sísmico en Extremadura (Plasismex). Es el único donde se puede alcanzar una intensidad sísmica igual o superior al grado siete, alerta el plan, por mucho que sorprenda a sus vecinos y al propio alcalde, Francisco Díaz Salguero. "Podemos llegar hasta los siete grados. Cuando me avisó un arquitecto me quedé muy sorprendido", recuerda.

Como también se quedaron sus vecinos, acostumbrados a ver Valencia del Mombuey en los medios y a convivir con las cámaras de televisión que en más de una ocasión se han desplazado al lugar para hacerse eco de la peculiaridad de su término.

Pero que un seísmo en este municipio pacense pueda alcanzar una intensidad mayor en un periodo de 500 años, no significa que éste tenga más probabilidad de sufrir un terremoto que las 105 localidades del suroeste extremeño que registran una intensidad VI o el resto que tienen una peligrosidad sísmica igual a V. Así lo explica la profesora de Física de la Tierra del centro universitario de Mérida, Carmen Pro Muñoz. Ella fue moderadora de las jornadas celebradas la semana pasada con motivo de la presentación del plan de riesgo sísmico.

Según Pro, "la peligrosidad de seísmos en una zona no viene dada solo por el efecto producido por los terremotos que en ella ocurren, sino también por los que tienen lugar en zonas próximas". Así, en el caso de Extremadura, "una región en la que ocurren muy pocos terremotos y de pequeño tamaño", se puede ver afectada principalmente por los que tienen lugar en la llamada falla Azores-Gibraltar. "En este escenario se producen grandes terremotos con bastante frecuencia, como el de Lisboa en 1755, sentido en nuestra región; o el de 1969, que causó daños leves y moderados en nuestra comunidad", detalla.

Además, Pro despeja más dudas. "Los terremotos tectónicos son los más frecuentes --también los hay volcánicos y artificiales--, y se producen cuando el material de la litosfera terrestre se rompe por los esfuerzos que actúan en una zona, relacionados con el desplazamiento de las placas tectónicas".

"No hay preocupación"

"Cuando ven una cámara me preguntan que si vienen por el terremoto que vamos a tener algún día. Entre los vecinos no hay miedo ni preocupación, porque nunca hemos vivido algo así, sentimos el de Lisboa y algún otro sin importancia, pero tampoco hay que olvidarse de este riesgo". Y por ello, el Ayuntamiento de Valencia del Mombuey, según su alcalde, está a la espera de que la Junta de Extremadura se ponga en contacto con ellos para elaborar el Plan de Actuación Municipal obligatorio en el caso de este municipio pacense, y recomendado para otras 105 localidades con un riesgo de sacudidas de menor intensidad (VI). Aunque Díaz Salguero dice que el riesgo puede ser menor porque las viviendas nuevas tienen una cimentación más fuerte.

Uno de esos municipios que deberían contar con un plan de actuación es Feria, en Badajoz, por la "vulnerabilidad de sus edificaciones", recoge el informe. Con un riesgo de intensidad de seis grados en la escala europea, es la localidad que en los últimos 20 años ha registrado los seísmos de mayor magnitud en Extremadura, hasta de 4,1 grados en la escala ritcher --la más popular, que mide la magnitud del seísmo y cuyo máximo registrado ha sido de 9,5 en un devastador temblor en Chile--. Ocurrió en el 2006.

Pero por fortuito que parezca hablar de terremotos, todos los días se produce al menos uno en España, normalmente de baja magnitud. El último antes de cerrar este texto, ayer en un pueblo de Valencia (2,3 grados).