Aquí todos miran al cielo. Hace horas tenía otro color. «Era amarillo». Este viernes atardeció cubierto por una nube de humo. Ahora ya vuelve a ser claro, pero sigue roto por el paso de los hidroaviones. Entre tanto estruendo de las hélices, María Trancón sale a la puerta. «Llevan pasando todo el día». A sus 74 años no recuerda haber vivido nada igual. Ha vivido siempre en una callejuela en Aldeanueva de la Vera, frente a la calle del Beso, que ostenta el galardón de ser una de las más estrechas del país. Hace dos noches el fuego se quedó a las puertas de su pueblo. «Hasta mi terraza caían trozos de la ceniza ardiendo, te quemaban las manos», confiesa a su paso otra vecina, María Muelas, que comparte la «angustia» de la localidad en las últimas horas.

El incendio que se inició este jueves en el límite del Jerte y la Vera mantiene en vilo a los vecinos el fin de semana. Es uno de los tres focos que ha sufrido el norte extremeño en menos de dos días. El de las Hurdes y el de Valverde ya se estabilizaron este domingo pero el que se inició en Cabezuela del Valle el jueves seguía esta jornada sin controlar tres días después.

La espectacularidad de las llamas en el monte, visibles desde sus domicilios, alertaron a la localidad cacereña, este año atestada de visitantes debido a que la crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha movilizado el turismo hacia la comarca. Tanto fue así que gran parte de los visitantes que se encontraban alojados en la zona se marcharon tras la alarma. «Muchos se asustaron mucho y se fueron», sostiene Félix Ramos, el responsable del camping que tilda lo ocurrido de «auténtico desastre». «Es una catástrofe», lamenta y recoge el sentir de una comarca que, al alzar la vista, conserva ahora un paraje calcinado.

Este pesar se agudiza en el recorrido hacia el embalse, el punto en el que recargan los hidroaviones, y en el que se concentran los restos carbonizados que deja el fuego. Entre los escombros y la ceniza, curiosos se atreven a retratar a los planeadores mientras recogen el agua que descargan en uno de los focos principales, visible a kilómetros por el rastro que deja la columna de humo. Esta estampa produjo «escalofríos» en su paseo a Teresa Parra, confesó a otro vecino. «Me dijo que le temblaban las piernas».

En Garganta la Olla, otro de los términos en los que las llamas se quedaron a las puertas se repite la imagen. Los turistas también merodean, murmuran y ojean el cielo cuando escuchan los aviones, más estruendosos que en Aldeanueva. Santiago Calero, vecino, apunta con resignación que «raro» es el verano que no se incendia la misma zona de la Sierra de Tormantos --el año pasado un fuego calcinó 250 hectáreas --, no obstante, reconoce que el de este año «es el más devastador» en mucho tiempo.

El cálculo de hectáreas quemadas superaba este domingo las 4.000 hectáreas, según los satélites especializados, y el fuego mantiene el nivel 2 de peligrosidad. Afortunadamente, el foco declarado en Valverde de la Vera fue controlado a última hora de la noche del sábado y el de Las Hurdes quedó estabilizado durante la jornada de ayer y permitió a los vecinos de las dos alquerías evacuadas, Avellanar y Horcajo, que permanecían alojados en Caminomorisco regresar a sus casas, pero bajo la directriz de no acercarse a las zonas afectadas por el fuego. Tras el anuncio, la consejera de Medio ambiente, Begoña García Bernal, agradeció a los vecinos «el sacrificio al estar fuera de sus casas».

Más de 300 bomberos

Más de 300 bomberos En total, en los tres focos han trabajado el fin de semana una treintena de medios aéreos y 300 bomberos de Sepei, Infoex y Unidad Militar de emergencias, la mayoría desplegados en el foco más agresivo, el de Cabezuela. Este domingo trabajaban coordinados en el puesto de mando avanzado en Aldeanueva de la Vera. Entre ellos, el capitán Galera, coordinador de la UME, que desplegó un dispositivo de 130 efectivos e incidió en la complejidad de la zona del incendio debido a «las rachas de viento» y la «accesibilidad».

Del avituallamiento y el alojamiento se encarga Cruz Roja, en este caso con la dificultad añadida también que ha generado la pandemia mundial. «Si antes un albergue alojaba a 50 ahora aloja a 30 para mantener la distancia de seguridad», apunta Alberto Gallego, uno de los coordinadores de equipo, que asegura que se han seguido los protocolos de mascarilla, gel hidroalcohólico y distancias para evitar contagios en el caso de los evacuados.

Cabe destacar que a lo largo del fin de semana hasta este mismo puesto de mando se han desplazado autoridades regionales y provinciales para mostrar su apoyo y solidaridad con los servicios de extinción de los fuegos y condenar lo ocurrido. Entre ellos, se encuentran el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, la consejera de Medio ambiente, Begoña García Bernal, y el presidente del PP regional, José Antonio Monago. Este domingo también estuvieron presentes durante la mañana la portavoz de Unidas Por Extremadura, Irene de Miguel, y la diputada Lorena Rodríguez.