Diálogo, comprensión, compañía... y, sobre todo, apoyo. Estas son algunas de las claves que reúnen los pisos que oferta la Junta a los pacientes que por su enfermedad se ven obligados a abandonar su comunidad de residencia, a veces durante largos periodos.

Es el caso de Alejandro Moreno, un hombre natural de Almaraz que debe acudir diariamente a rehabilitación en un hospital madrileño. Su mujer, Carmen Moreno, explica que si no fuese por el piso que les ha facilitado gratuitamente la Junta "era imposible que mi marido saliese adelante". Y es que, cobrando sólo una pensión, no podrían haberse costeado la permanencia en Madrid durante los largos meses del tratamiento.

Una situación parecida es la de Toni González, una mujer natural de Badajoz que está a la espera de un trasplante de corazón y que por su grave dolencia está obligada lo más cerca posible de un hospital madrileño. "Me están dando la oportunidad de seguir viviendo", asegura esta mujer de 42 años.

Comprensión y paz

Fernando Huertas, de Valdivia, tiene sólo quince años y mantiene una dura lucha contra su grave enfermedad. Su madre, Marina, señala que han encontrado lo que necesitaban, "tranquilidad", a lo que se suma que al compartir piso con otras familias con problemas similares pueden "hablar y comprendernos mutuamente". Saben que seguirán en la vivienda durante un tiempo y ya es "como si fuese nuestra casa".

Quina Sánchez, de Mérida, es su compañera de piso debido a que su hijo padece otra grave dolencia, y afirma que en Madrid no ha encontrado una casa, "sino una familia".

Enrique Bueno, de Badajoz, recibe radioterapia diariamente en el hospital y destaca, por encima de todo, el "gran apoyo" que ha encontrado en las familias que conviven con él.

Cada nombre es una historia, y cada historia, una batalla sin final.