Ha dirigido para la compañía extremeña Suripanta ´Muerte accidental de un anarquista´, de Darío Fo, que mañana se representa en Cáceres

--Si no he contado mal, ocho montajes dirigidos por usted están actualmente de gira en España.

--Pues ahora ya son nueve. Y no sé como no he muerto en el intento. Es algo que no me ha pasado nunca; pero claro, es para estar agradecido. Quiere decir que las cosas que haces funcionan y el público te reconoce tu trabajo. Pero eso sí, dentro de dos días me tomo una vacaciones fuera de España y ya no regreso hasta mayo.

--Y ahora vuelve a Extremadura con Fo.

--Sí, es mi tercer montaje de una obra suya. Creo que cualquier director quiere volver a él porque es como volver a la casa de los cómicos. Es un ideal montar un espectáculo que te hace reflexionar, que es comprometido, pero a la vez te arranca las carcajadas.

--El poder corrompe por naturaleza, dice Fo en este obra.

--Eso es. Que el poder manipula, que lo hacen los medios para tergiversar la realidad y conducirla al camino que les interesa. Y eso lo denuncia Fo, pero a la vez se ríe de ello. Habla de un estado que se convierte en terrorista y de la capacidad que tiene de acusar sin pruebas saltándose las leyes a su conveniencia.

--¿El humor lo permite todo?

--Naturalmente. Mal le irá a la raza humana si no es capaz de reírse de sí misma. Eso es lo que nos hace racionales. Hay que reírse muchísimo.

--A algunos no les parecen tan permisibles la caricaturas sobre el islam.

--A mí me parece que es autoritario y represivo que se expresen amenazas hacia esos caricaturistas. Leyendo los titulares de prensa uno puede encontrar los mejores argumentos para una comedia. La realidad supera con creces la ficción.

--En España no existe esta tradición de reírse del poder, salvo los casos de Els Joglars, los humoristas del programa televisivo Polonia o los de algunos programas de radio.

--En España nos gusta la picaresca más que lo bufonesco. Somos un país de pillos y pícaros. No agredimos directamente al poder. Pero yo creo que eso se debe a que somos una democracia joven y no tenemos aún la capacidad de reírnos que tienen en Francia, en Inglaterra o en Estados Unidos. Mientras más avanzado sea el país más se ríe de sí mismo. Lo que es también una manera de reflexionar sobre uno mismo.

--Tiene querencia por Extremadura. Ha montado obras de autores como Miguel Murillo o Juan Copete.

--Yo desconocía Extremadura. Tenía una imagen equívoca y al llegar aquí me fascinó el paisaje y la idiosincrasia de quienes se dedican al teatro. Es algo que no esperaba. Yo, que estoy en los centros de producción teatrales de Madrid y Barcelona veo que se ha perdido el hecho vocacional y artístico, esa idea de cuidar el oficio. Y esto lo he encontrado aquí. Se vive la misma pasión que siento yo por el teatro.

--¿Y para cuándo su décimo montaje?

--En cuanto vuelva de viaje, me instalaré en Cáceres para preparar las Cenas barrocas para la red de museos de Extremadura, que se presentarán coincidiendo con el Festival de Teatro Clásico.