Dos acaban de llegar a la universidad y cuatro la dejan ahora o están a punto. Y aunque todos nacieron justo cuando España alumbraba también su inminente despegue económico (finales de los 80 y principio de los 90) y disfrutaron de infancias felices y consentidas, no les importa ser identificados como la generación de la crisis. "Somos los mejor formados, pero los más perdidos", dice Joana del Corral, de 26 años y alumna de 2º de Administración y Dirección de Empresas (ADE).

"Cuando empezamos la carrera ya se empezaba a hablar de crisis, pero la situación no pintaba tan mal como ahora", recuerda Alvaro Terrón, graduado en Educación Primaria. "Los que entramos ahora no nos sentimos la generación de la crisis, aunque también nos afecta por el tema de los recortes, somos de los que vienen después", apunta Juan Antonio Galea, estudiante de 1º de Administración y Dirección de Empresas también. En su caso, llegar a la universidad en plena recesión económica cambió su destino. "Siempre he querido ser arquitecto, pero cuando me disponía a hacer Selectividad decidí cambiar a una carrera que también me gusta y que creo que tendrá más salidas". Es optimista.

Los seis han sido citados por EL PERIODICO para charlar, el pasado viernes, sobre su experiencia estudiantil y sus planes de futuro. Sólo les separan algunos años de universidad. Tanto los que se gradúan ahora (la primera promoción del Plan Bolonia, por cierto) como los que lo harán de aquí a dos o tres años saben que la enseñanza superior no será para ninguno la panacea, pero... ¿qué van a hacer si no?

Estudian porque quieren oportunidades de futuro, porque no tienen alternativa, y esperan que cuando las cosas vuelvan a marchar bien, ellos sean los mejor preparados. "Sólo pasar por la universidad no te convierte en el mejor en una especialidad", señala Aida Ortega, que el próximo año termina ADE, tras pasar por la Formación Profesional. "Cuando acabes cien personas tendrán el mismo título que tú, tienes que diferenciarte, moverte".

No es la panacea pero todos consideran que es la mejor manera de abrirse nuevas oportunidades. Al menos en el caso de Joana. Ella estudió un ciclo de Formación Profesional de grado medio y prosiguió con uno superior, con la intención de encontrar trabajo cuanto antes. "Pensé que con la FP iba a tener más oportunidad que con una carrera, por el tema de las prácticas en empresas, pero con los tiempos que nos han tocado vivir, no fue así". Buscó, no encontró y decidió mejorar sus posibilidades con la universidad; hoy se habría saltado el paso por la FP. "Hace cuatro o cinco años la universidad era una salida asegura, hoy nos damos cuenta de que no es así. Te posibilita una serie de conocimientos que fomentan tu autonomía e iniciativa personal, eso puede ser clave en el futuro laboral, pero se acabó eso de que se nos dé todo hecho", señala Alvaro, maestro por vocación. Su compañero de carrera, Enrique López, piensa parecido. Es de Talarrubias, cursa 4º de grado en Educación Primaria --con mención en Educación Física-- y cree que lo tendrán más fácil con una carrera, aunque nunca echó cuentas a eso a la hora de tomar una decisión. "Solo

pensé en estudiar algo que me llenara y para lo que estuviera dispuesto a trabajar toda mi vida", un trabajo que sabe que puede suponer años de espera. Antes de magisterio cursó un módulo de Dietética y Nutrición que le aclaró las ideas y le aporta una formación extra.

Por mucho que digan que hay demasiada población universitaria, la formación profesional no parece una alternativa. "Yo ni me planteé esa opción", cuenta Juan Antonio, que el próximo curso deja de ser novato. Y es que por muy mal que esté el panorama --con una tasa de paro juvenil del 57,2% en España y del 66% en Extremadura--, la situación para quienes tienen un título superior es ligeramente más optimista. El desempleo afecta al 45,14% de los licenciados menores de 24 años, pero se reduce al 27,7% entre los universitarios de 25 a 29 años, según la última Encuesta de Población Activa (EPA).

Ramón Gómez sí pasó por la Formación Profesional. "Siempre quise ser dentista, probé con un ciclo de Protésico Dental y directamente decidí ir a la universidad y hacer otra cosa", Turismo, en concreto. "Era una oportunidad nueva, diferente. El primer año de carrera la universidad se convirtió en un refugio, luego me di cuenta de lo desubicado que había estado antes, que éste era mi futuro". En julio defenderá el Trabajo de Fin de Grado y ya tiene tres propuestas laborales sobre la mesa, una en el hotel NH donde hizo prácticas y le llamaron a los dos días. "Todas no son del ámbito turístico, pero no por eso hay que rechazarlas". ¿Cuál es el secreto? "No dejar de moverse, estar siempre al día y al pie del cañón. Desvivirte por ser el mejor, tienes que diferenciarte". Si no le convencen estas ofertas, quiere estudiar un máster e incluso se propone abrir su propia empresa. "El emprendimiento y el autoempleo son dos salidas a tenerlas muy en cuenta". Si sale fuera, dice, no será obligado por la crisis. "Quiero conocer otras formas de trabajar y pensar, pero aquí también hay salidas si las buscas y estás dispuesto a aprovechar las oportunidades. No hay que cerrar puertas a empleos que no son puramente de tu especialidad". Alvaro también también ha comenzado a trabajar en una academia mientras planea seguir estudiandon un máster.

"La gente se lamenta de que termina una carrera y no encuentra el trabajo de sus sueños, pero eso tampoco pasaba antes de la crisis", reflexiona Aida. Para que algo así pase, hay que hacer más que ir a la facultad cada día. "Hay dos tipos de estudiantes: los que pasan por la universidad y los que la universidad pasa por ellos. Sólo los primeros tendrán una oportunidad de futuro", dice Alvaro, que no se plantea salir al extranjero a trabajar --disfrutó de una Erasmus en Portugal el año pasado-- "y espero no tener que hacerlo puesto que soy de los que pienso que Extremadura sólo la levantamos los extremeños".

Su reflexión es compartida por el resto. "El 99% de los que llegan a la universidad calienta una silla cuatro años y solo el 1% restante se esfuerza, aprende, busca, investiga y aprovecha realmente para tener un valor añadido", dice Ramón. Los más veteranos comparten también una misma preocupación: que no se valore el talento y se deje marchar. A los novatos les preocupa más cómo pagar tasas cada vez más elevadas o lograr becas más restrictivas. "Están buscando la élite económica, no académica".

Sobre el Plan Bolonia, todos reconocen que está lejos aún de su planteamiento inicial, principalmente por falta de inversión. "Esperan que haya resultados diferentes haciendo lo mismo. La consecución de los estudios es magnífica pero la de los objetivos no, se nos pide que seamos más brillantes, pero no nos enseñan a serlo. Sería necesario demoler todo el sistema educativo y arraigar una cultura del esfuerzo que no está extendida", critica Ramón. Además, reclaman a sus compañeros más implicación en la vida universitaria. "Los órganos de representación te enseñan muchas cosas también", concluye Aida, delegada de la Facultad de Empresariales y Turismo.