El 21 de septiembre de 2009 se firmó en la localidad de Vila Velha de Ródão el convenio de constitución de la eurorregión EUROACE y se inició una nueva fase en la cooperación que Alentejo, la Región Centro de Portugal y Extremadura habían iniciado a principios de la década de los noventa gracias al apoyo de los diferentes programas europeos Interreg.

Estos diez primeros años como eurorregión arrojan un balance positivo y han permitido consolidar la cooperación a través de proyectos conjuntos destinados a desarrollar de manera integral las riberas de nuestros grandes ríos fronterizos, a interconectar a los principales centros de investigación de cada región, a impulsar la competitividad de las empresas o a proteger la fauna y los singulares paisajes de dehesas compartidas.

La cooperación transfronteriza en estos diez años ha ido más allá de los proyectos y ha llegado a los ayuntamientos y a las asociaciones y colectivos que conforman la sociedad civil. El impulso europeo que fue necesario para que las fronteras internas fueran desapareciendo ya no es tan imprescindible y se ha transformado en una dinámica interiorizada en cada uno de los territorios que conforman la eurorregión. Ahora es el propio tejido social quien se encarga de buscar sus alianzas y colaboraciones con organizaciones homólogas del otro lado de La Raya.

Esa evolución está haciendo avanzar una nueva cooperación que busca dar soluciones a problemas comunes de la eurorregión y los proyectos abordan desafíos como los del envejecimiento y la despoblación, la prevención de la violencia de género, la incubación de proyectos empresariales o la promoción turística conjunta. Junto a esta nueva cooperación está la del día a día, la que permite compartir programaciones y actividades de todo tipo a lo largo del año, propiciar encuentros entre jóvenes y estudiantes o ir extendiendo el conocimiento de la lengua y la cultura de los vecinos.

El éxito de estos diez primeros años de la eurorregión EUROACE es un estímulo para continuar la tarea de transformar las antiguas líneas de los mapas en la tierra más fértil para la construcción europea, un espacio donde nos une lo mucho que tenemos en común y en el que las diferencias nos enriquecen.