Dice el refrán que "el pasado siempre vuelve", y esta semana lo ha hecho por partida doble. Dos ex presidentes, Felipe González y José María Aznar han reaparecido para presentar sus libros, para dar un tirón de orejas a sus sucesores y para confirmar que Zapatero es el que mejor ha asumido su nuevo rol.

FELIPE GONZALEZ definió hace tiempo a los ex presidentes como "jarrones chinos en apartamentos pequeños. Se supone que tienen valor y nadie se atreve a tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes" y añadió que "nadie sabe bien dónde ponerlos y todos albergan la secreta esperanza de que, por fin, algún niño travieso les dé un codazo y los rompa". Algo en lo que seguro que han pensado estos días Rajoy y Rubalcaba que, hundidos como están en las encuestas del CIS, hubiesen deseado cualquier mano que no fuera al cuello. Aznar sigue jugando con el poder que tuvo y que cree tener en el PP, con frases como "si quisiera desafiar a alguien lo haría, si quisiera volver, volvería", aunque la ausencia de ministros y dirigentes del partido en la presentación muestra que los años no han pasado en balde. Y González regresa para eclipsar la Conferencia Política de los socialistas, darle la puntilla a Rubalcaba, que tiene "una crisis de liderazgo" y compensarlo con críticas a Carme Chacón , "que no puede pedir primarias el día después de perder un Congreso". En esa Conferencia, que para el extremeño Fernández Vara "entrará en la historia del PSOE", no participará otro ex, Juan Carlos Rodríguez Ibarra , muy crítico con el sistema de primarias.

González y Aznar han regresado en su particular "vuelven los 90", en una semana en la que en Extremadura se ha hablado precisamente de crear más ex presidentes. El Estatuto de Cargo Público pretende limitar a dos los mandatos del presidente de la Junta y endurecer el régimen de incompatibilidades para cerrar las "puertas giratorias", esas que permiten a los altos cargos irse a una empresa privada que se haya beneficiado de su gestión política. José Antonio Monago , que ya anunció en campaña que no estaría más de 8 años en la presidencia, defiende que dos legislaturas son suficientes para un proyecto político y que "si uno sabe que tiene una fecha tope, no aplazará ninguna decisión", imaginamos que impopular.

LA LIMITACION de mandatos, que ya se aplica en muchos países, sobre todo en EEUU y Latinoamérica, deja dudas. Es cierto que los ciudadanos están cansados de los políticos "profesionales" o "funcionarios sin oposición", como los definía el regionalista Beneyto , pero, ¿permitirá la limitación de mandatos del presidente corregir esta situación? Si nos atenemos a lo que ha ocurrido en otros países, depende. En EEUU, el presidente que agota sus 8 años de mandato pasa a la colección de jarrones chinos, mientras en Chile, donde no se permite la reelección, un político puede esperar un mandato en blanco, como Bachelet en la ONU, y volver a presentarse. Y en Rusia, Putin ha utilizado el cargo de primer ministro como puente para burlar la ley y regresar a la presidencia. Y si miramos la realidad política española, veremos que no, porque lo más probable es que al ex presidente, si es aún joven, le espere una jubilación en el Congreso o el Senado y, si gobierna su partido, un puesto como alto cargo. Ahí tenemos a Jesús Posada, Manuel Chaves, Marcelino Iglesias, Juan José Lucas, José Montilla, José Antonio Griñán o Joan Lerma ... Por ello, los regionalistas, que en estas cuestiones pueden ir por libre, han propuesto extender la limitación a los Ayuntamientos y la Asamblea, algo para lo que habría que cambiar la Constitución. La Carta Magna reconoce el derecho al sufragio pasivo, por el que cualquier ciudadano puede ser elegido para un cargo público, como en Estados Unidos, donde Ted Kennedy fue senador durante 47 años. Otra cosa es que los partidos, en aras de la renovación generacional, se pusieran de acuerdo en limitar voluntariamente los mandatos, porque al fin y al cabo son los que confeccionan las listas, aunque eso serían palabras mayores.

Y hablando de listas, José Ignacio Wert lidera, un mes más, la de ministros y políticos peor valorados del país, con un 1,64 sobre 10. Y eso que la encuesta del CIS se realizó antes del tremendo patinazo de las becas Erasmus. No quiero ni pensar cómo saldrá en la siguiente encuesta del CIS, si es que sale, porque igual para verle de nuevo tenemos que esperar al libro.