La media veda no ha sido (como en años anteriores) buena, aunque sí algo mejor, la temporada para la caza menor no se prevé tampoco boyante por la crisis que arrastran algunas de sus especies estandarte como el conejo y el punto de partida para la caza mayor se prevé bueno, más allá de polémico decreto que regula la gestión de los restos de monterías. El control de la tuberculosis bovina y el efecto de la expansión de la caza mayor ha tenido en su propagación se dejará sentir en esta temporada y en las sucesivas, con medidas extraordinarias de control, aunque eso se interpreta desde el sector como un mal menor habida cuenta de que la situación les aboca a un callejón sin salida: o se resuelve el problema sanitario que afecta a la cabaña bovina y a salpica a las especies cinegéticas (el jabalí y el ciervo son transmisores de la enfermedad aunque ellos no lleguen a desarrollarla) o el plan de futuro de la caza se verá lastrado por la enfermedad. Y eso no.

Porque la caza, además de una de las actividades más extendidas en la región (hay más de 70.000 licencias) es un recurso turístico y económico que genera empleo en zonas rurales, que aporta cientos de millones a la economía extremeña y que atrae a varios miles de visitantes cada año, muchos de ellos extranjeros con un elevado poder adquisitivo. No en vano, la Dirección General de Turismo acaba de incorporar un nuevo nicho de mercado a su apuesta turística con el sector de la caza, para atraer visitantes a la región.

La caza es dinero. Solo en impuestos, los aprovechamientos cinegéticos suponen más de cinco millones de euros según la previsión de ingresos contemplada por la Junta en el borrador del anteproyecto de presupuestos para el 2017, algo menos de la previsión realizada el año anterior, cuando se barajaban cinco millones y medio. Además en el plan de Caza se situaba en 400 millones la cifra que cada temporada movía el sector de la caza en la región y en más de 90.000 los jornales que se generaban por esta actividad octubre y marzo, cuando se concentran las citas cinegéticas.

RECURSO VALIOSO/ La recién creada asociación de Turismo Cingético de Extremadura (Tuciex) eleva en todo caso las cifras. «Estimamos que las cifras reales son muy superiores a las que se han dado y que al menos duplican los 400 millones de los que se habla» subraya Antonio Martínez, uno de los responsables de la organización. Pero todo son estimaciones porque, como él mismo matiza, «es muy difícil, casi imposible» medir de forma detallada el impacto económico de las personas que visitan Extremadura para cazar. Hacer un estudio económico de forma pormenorizada «es complejo» porque supondría no solo contabilizar lo que cuesta un día de caza (un puesto de caza mayor puede rondar por término medio entre 150 euros y 3.000 euros) sino también el gasto en alojamientos, comidas, «e incluso lo que gasta al parar a repostar con su vehículo de camino a su destino de caza», sino también determinar si los huéspedes de un hotel están allí con el propósito de ir a caza o si por el contrario vienen a Extremadura simplemente para hacer turismo.

Muchas de las orgánicas que organizan monterías gestionan todo lo que los turistas requieren para sus jornadas de caza en Extremadura. Eso incluye, no solo lo relacionado con la actividad cinegética que vienen a practicar, sino también los billetes de avión y traslados, hoteles, comidas e incluso un plan alternativo de turismo para sus acompañantes. La mayoría de los que solicitan estos servicios son turistas extranjeros de países como Francia, Alemania o Italia, aunque Extremadura es conocida también por recibir a otro tipo de personalidades en estas citas, desde toreros, a miembros de la realeza o la aristocracia o del mundo de la banca.

«Vienen para dos o tres de días de caza y quieren un programa completo para ellos que además les permita disfrutar de distintas modalidades de caza y un programa alternativo para sus acompañantes, señala una de las empresas que ofrecen este tipo de actividades. Son clientes selectos y por ello prefiere preservar su intimidad. Pueden llegar a pagar entre 600 y 2.000 euros por jornada de caza y buscan el lujo para los momentos de ocio con sus acompañantes. «Además de lo que gastan en las monterías pueden dejar más de 2.000 euros por persona en comidas y caprichos durante su estancia», añade.

Las monterías son uno de los principales atractivos para el turista cinegético y el periodo hábil está a punto de comenzar. La orden de vedas fija el 8 de octubre el inicio de la temporada para monterías, batidas y ganchos.

buenas perspectivas/ «Las perspectivas son muy buenas porque hay mucha caza mayor, los cochinos han criado bien y ha sido una buena primavera», explica Ignacio Higuero, empresario de caza y representante del sector. De hecho la previsión es que se volverán a celebrar alrededor de 2.500 actividades cinegéticas entre octubre y febrero y que el turismo llenará la región en los días hábiles, más aún con la irrupción de la licencia única que permite a los cazadores practicar la actividad en siete comunidades, entre ellas Extremadura, con un único permiso. Aquí solo se han tramitado 240 permisos, aunque desde la Junta reconocen que muchos se tramitan directamente en otras regiones incluidas, que cuentan con sistema telemático para hacerlo.

Los cazadores tendrán que poner de nuevo en marcha medidas excepcionales para evitar la propagación de la tuberculosis con los restos contaminados de piezas abatidas. «Cumpliremos como siempre», afirma Higuero. Esas medidas incluyen ahora la posibilidad de instalar muladares en los cotos en los que arrojar restos sanos y el transporte de las vísceras contaminadas a plantas de tratamiento.

Esta orden de vedas es además la primera que incluye medidas exclusivas para cada una de las 23 comarcas cinegéticas que integran la región en función de si su fin principal (o vocación, como se denomina en el Plan General de Caza de Extremadura) es la actividad cinegética o por el contrario sobresalen otras actividades agrícolas o ganaderas. En función de eso se plantean, por ejemplo, periodos concretos para la caza del jabalí en espera, aguardo o rececho dependiendo de si es la parte abierta de un coto con planificación de jabalí, partes cerradas de cotos privados. Además ya se contempla, por ejemplo, triplicar el número de precintos de jabalí en las zonas que no tienen vocación de caza mayor para evitar su «interacción» con la caza menor.

«Tenemos asumido que es necesario corregir la situación en las zonas de colonización de la caza hasta que vaya decayendo y deje de haber caza en las zonas en las que no la había tradicionalmente», explica Higuero.

caza menor/ La situación de la caza menor es menos halagüeña. La media veda ha sido mejor de lo esperado según los datos de la Federación Extremeña de Caza, que apunta a que «se han visto más que en los últimos 4 o 5 años», según el presidente del colectivo José María Gallardo, aunque ve «imposible» volver a la situación de los años buenos, hace una década. La caza menor comenzó en septiembre para el conejo, aunque la mayoría de los cotos ni han abierto porque no hay animales. La situación de esta especie es calamitosa desde mediados de los años 80 tras sucesivas enfermedades (mixomatosis, enfermedad hemorrágica…) que han ido minando las poblaciones. «No hay conejos en el 80% de los cotos», subraya Gallardo. Y eso que Extremadura fue una de las grandes zonas de expansión de esta especie, que atraía a cazadores además de otras regiones. «Cazadores han seguido llegando porque se han transformado y vienen a cazar perdices u otra especie, pero la peor situación es para el cazador local, el más humilde, el que salía a cazar en el coto de su pueblo», dice el responsable de la federación.

Y eso que desde el sector aseguran que están poniendo los medios y han diseñado un plan exhaustivo para el que han solicitado el apoyo de la administración regional. La solución pasa por un plan recuperación del conejo y esperan que se pueda poner en marcha el próximo año.