La temporalidad como norma, como política de empleo, como aspecto predominante en un mercado de trabajo que sigue más que resentido. La temporalidad como herramienta para crear nuevos puestos con los que bajar la temida lista del paro. Y la temporalidad, inevitablemente, como base que alimenta la precariedad.

Extremadura cerró 2018 con 9.460 nuevos afiliados a la Seguridad Social. El final de año también supuso casi 10.000 desempleados menos en la región con respecto a 2017. El balance es positivo, invita al optimismo. Pero hay otra versión, la cara B de esta generación de empleo que evidencia la compleja salud laboral. Hay otros datos que también hablan por sí solos: la comunidad necesitó casi 70 contratos para crear cada nuevo puesto de trabajo durante el pasado año.

De nuevo hay que buscar la explicación en la temporalidad. Si durante 2018 se firmaron 635.030 nuevos contratos, apenas un 4% de los mismos fueron de carácter indefinido (en la cifra se incluyen también los que eran eventuales y se han ido convirtiendo en fijos).

Las cifras han mejorado levemente si se comparan con la evolución de 2017. En ese año se necesitaban casi 72 contratos para crear un nuevo puesto de trabajo (un nuevo cotizante real a la Seguridad Social) y el porcentaje de indefinidos se quedó en el 3,6%. Un mínimo respiro.

Pero si el paralelismo se establece entre el balance de 2018 de Extremadura y el nacional, la comunidad sale perdiendo.

En España el año pasado cada empleo creado obligó a firmar 43 contratos (a pesar de que la economía creció y se espera que lo haga aún más este 2019). Pero aún siendo una cifra relevante, la diferencia con respecto a la comunidad también es llamativa.

¿LAS Causas? / Desde la Confederación Regional Extremeña (Creex), o lo que es lo mismo, la patronal, insisten siempre en subrayar que el principal problema de la región es la falta de tejido industrial, un sector que sí permite la creación de puestos fijos y, en consecuencia, la oferta de sueldos dignos que acaben con el concepto de trabajador pobre.

Pero donde crece el empleo en la comunidad es en los servicios (hostelería, empresas de limpieza...), y donde abunda la temporal es en la agricultura, otro ámbito clave en la economía extremeña. En ambos la rotación de trabajadores es constante.

No obstante, la actual legislación laboral también ayuda a que existan estas modalidades de contratación por periodos de tiempo muy cortos que no permiten a las personas vivir con estabilidad.

MUJER MENOR DE 30 AÑOS / Cuando se dieron a conocer los últimos datos de desempleo por parte del Gobierno central, desde la propia Junta de Extremadura destacaron que el perfil predominante en la bajada del paro en la región fue el de mujer menor de 30 años que se está empleada en el sector servicios o la agricultura, y con nivel de formación media o baja. Al fin y al cabo estaban definiendo una realidad muy común: puestos temporales y parciales con unos salarios deficientes; y que afectan principalmente a la población femenina.

«2018 no puede considerarse un año positivo para el empleo. Ha sido de poca calidad, mal pagado y de fácil destrucción», lo resumen en CCOO.

En UGT lo explican así: «El empleo creado sigue siendo de muy baja calidad, muy precario, y esto no cambiará hasta que no se reviertan los aspectos centrales de la reforma laboral firmada en 2012».

Precisamente, ambos sindicatos han convocado las primeras protestas para exigir al Gobierno del socialista Pedro Sánchez que cambie ya esta reforma laboral. Las manifestaciones tendrán lugar el viernes 8 de febrero. Piden a todas las comunidades que se unan a la reivindicación en la calle y aseguran que van con un mensaje claro: «Que no se esperen a agotar la legislatura para actuar en esta materia».

Es la única manera, aseguran, de acabar con la temporalidad. Y, en consecuencia, con la precariedad.