La sangría demográfica en Extremadura empieza a tocar fondo. La curva ha ido cayendo tanto que ya ha empezado a frenarse. La región sigue perdiendo vecinos, pero a un ritmo menor que otros años. Así lo reflejan los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Son aún cifras provisionales, pero a 1 de enero de 2020 la comunidad tenía 1.061.768 habitantes, 3.656 menos que el año anterior (el 0,34%). Por poner solo un ejemplo, entre 2016 y 2017 el bajón fue de 7.463 residentes menos, prácticamente el doble.

Por provincias, en los últimos doce meses Badajoz experimentó un descenso de 1.711 personas y Cáceres, de 1.945.

Lo cierto es que a partir de 2012 la comunidad no ha dejado de reducir su lista de ciudadanos. Desde ese año y hasta la fecha, Extremadura ha perdido 42.575 habitantes (significa casi un 4%), básicamente como si se hubiese esfumado toda Plasencia, la cuarta ciudad más importante de la región.

Las causas se repiten

Las razones siguen siendo las de siempre: natalidad cada vez más baja porque la gente joven se va a trabajar fuera o porque se queda y las circunstancias económicas frenan los planes de crear una familia; y la marcha a sus países de origen de los inmigrantes, que llegaron porque en aquel momento había opciones de trabajo para ellos.

También influye que los nuevos jóvenes pertenecen a una generación donde la familia ya empezó a reducirse al cambiar la estructura social y, en general, los hábitos de ocio.

En cuanto a los residentes extranjeros, en el último año la cifra ha subido casi un 7%. Por provincias, en Badajoz aumentaron un 7,73 % y en Cáceres menos, un 5,95%.

Por franjas de edad

Actualmente, la franja de extremeños más populosa es la comprendida entre los 55 y los 59 años. Y más concretamente, los que tienen 57 años son los que más abundan en la comunidad. Hace una década, la edad media más común eran los 45; y el grupo con la cifra más alta, entre los 50 y los 54.

Los datos evidencian que la sociedad extremeña ha envejecido, una realidad que se aprecia no solamente en los pueblos pequeños (en algunos es complicado ver a niños jugando en el parque), también en ciudades como Cáceres.

Los efectos de la pandemia (según el INE, unas 600 muertes más de las habituales en esas fechas) podrán analizarse en el próximo balance.