Prestigioso arqueólogo a nivel internacional, desde hace años mantiene una estrecha relación con Mérida y con el director de la familia del Museo Nacional de Arte Romano, José María Alvarez, y consideraba imprescindible que la ciudad, y Extremadura, acogiera el Congreso Internacional de Arqueología, la cita más importante del ramo. "Es una zona donde se vive la arqueología pura, había que venir aquí", considera.

--¿Qué destaca del congreso que se celebra estos días?

--Creo que fundamentalmente vamos a conocer los últimos avances en tecnología y como estos están revolucionando la arqueología. Con ventajas e inconvenientes, porque, por un lado, facilita nuestro trabajo y, por otro, tiene sus riesgos, como la pérdida de las fuentes directas.

--¿Qué momento vive la arqueología?

--Siempre ha sido un campo difícil y ahora se está viendo afectado por la crisis. Intento ser optimista, pero es cierto que vivimos momentos complicados para la investigación.

--¿Por qué su relación tan estrecha con Mérida y Extremadura?

--Por la arqueología que hay aquí. Yo soy sobre todo amante de la escultura y, cuando llegué por primera vez, había piezas magníficas que estaban por organizar y documentar en gran parte. Siempre me han tratado muy bien y, por supuesto, me he sentido cada vez más a gusto. Y en Mérida, por ejemplo, hay copias de piezas romanas que en Roma se han perdido. La periferia muta en centro.

--¿Son los extremeños conscientes de esa riqueza arqueológica?

--Ultimamente, diría que sí. Por ejemplo, el discurso del presidente en la inauguración del congreso demuestra que la gente se está mentalizando mucho de la riqueza que suponen los restos arqueológicos. En los últimos tiempos se ha hecho una gran labor de difusión.