Cierto es que los universitarios pasan muchas horas en el campus. Pero no solo de facultad vive el estudiante. Los que llegan a la ciudad de nuevas están deseosos de descubrir cada rincón o simplemente están pensando en desconectar y tomarse una copa en un bar cercano con amigos. Para un alumno sin ningún tipo de discapacidad no es difícil atravesar la ciudad y moverse. El problema llega cuando una discapacidad física se convierte en una barrera.

Las universidades, concienciadas con la inclusión y la pluralidad del alumnado, renuevan sus instalaciones y las adaptan para cualquier tipo de necesidad especial. En esta materia, los propios alumnos con discapacidad aprueban a las sedes extremeñas. En cambio, en lo que respecta a las ciudades universitarias, el suspenso es unánime.

Karla, una universitaria con discapacidad visual de segundo de Derecho en el campus cacereño, asevera que la ciudad le gusta mucho. "Es pequeña", alega en su favor. No obstante, recorrer sus calles se convierte en una odisea. Para el tipo de discapacidad que padece, es imprescindible que los estímulos acústicos estén activados correctamente para que su paseo no corra ningún peligro.

En ese sentido, lamenta que los pasos de peatones no están adaptados acústicamente en su mayoría y en algunos casos, como en el cruce de la avenida de Alemania a la altura de la Cruz, el paso de cebra tiene doble sentido y cuando uno está abierto, otro se cierra para el paso. "Es un peligro", añade.

El mismo parecer comparte Mariló Reglado, una joven con una discapacidad física a causa de la escoliosis. De hecho, el trabajo de fin de grado de la ya graduada en Administración de Empresas y Turismo versó sobre la falta de accesibilidad de la capital cacereña. "Ni bares ni hoteles están adaptados, el ocio muy poco y de la parte antigua ni hablamos", confirma.

La joven hace mención a uno de los eventos por excelencia, el Festival Womad. "Es imposible, ¿cómo accede una persona a disfrutar de un concierto?", añade. Asevera que poco a poco "van trabajando pero la accesibilidad debería llevar un ritmo más rápido para los más de 20.000 universitarios con discapacidad en España".