Hay lecciones que no están en los libros de Primaria. Pero hay maestros como Juan Antonio Durán Siles que se encargan de impartirlas porque son básicas. Y la del pasado miércoles pasará a la historia. Este docente del colegio público Alba Plata de Cáceres decidió acudir a clase con falda e invitó a todos sus alumnos a secundar su idea. Era una forma de solidarizarse con un estudiante de 15 años de Bilbao que hace unos días llegó a su instituto vestido con esta prenda porque le «apetecía» y fue recriminado por uno de sus profesores: lo expulsó del aula y lo mandó al psicólogo. El joven decidió denunciarlo en las redes sociales y originó una ola de denuncias ( #LaRopaNoTieneGénero) que ha llegado hasta la región. «Aquello removió conciencias y quise sumarme a la causa. En este colegio no queremos mirar para otro lado cuando un alumno o alumna se sienta discriminado por cualquier circunstancia, sea la que sea. Como docentes tenemos la responsabilidad de educar en la diversidad, en la igualdad y contra los estereotipos», explica el docente extremeño. Y eso fue lo que hizo el pasado miércoles.

Reconoce que el día de antes cuando planteó la idea, que fue bien acogida por la directora del colegio, tuvo ciertas reticencias. «Son temas difíciles de tratar en clase porque entran dentro de la libertad de opinión y pensamiento que pueda tener cada familia». Pero él continuó con su idea y la lanzó. «Algo temeroso, envié un mensaje a las familias a través de Rayuela explicando lo que le había sucedido a este alumno de Bilbao e informándoles de que yo al día siguiente iba a ir a clase con falda para apoyar a ese chico y si alguien se quería sumar, sería bienvenido». Y si le quedaban algunas dudas, desaparecieron a los diez minutos de pulsar ‘Enviar’. «Empecé a recibir mensajes de apoyo y felicitaciones por la iniciativa», cuenta el maestro. Las familias recogieron el guante rápidamente y ellas mismas «se organizaron y hablaron con sus hijos e hijas para apoyar y sumarse a la iniciativa». Tanto es así, que hasta alumnos de otros grupos de 5º de Primaria le preguntaron si ellos también podían.

A la mañana siguiente llegó la verdadera sorpresa. «Fue muy emocionante cuando al entrar en clase, los chicos sacaban de sus mochilas las faldas que traían de casa y empezaron a ponérselas», recuerda Durán. Y fuera del colegio, la respuesta fue también muy positiva. «Hemos recibido muchos mensajes de las familias y hasta del secretario general de Educación, de centros de profesores o entidades como la Fundación Triángulo», cuenta el docente.

«Como los escoceses»

Para romper el hielo, la mañana del miércoles Juan Antonio salió a primera hora a recibir a los alumnos a la entrada del colegio (están temporalmente en la Casa de Cultura Rodríguez Moñino porque el centro está en obras), a tomarles la temperatura y echarles el gel hidroalcohólico (cosas de la nueva normalidad) ya con la falda puesta. «Así intentamos darle más naturalidad, por si alguno venía algo nervioso o con vergüenza. Y al verme por primera vez ninguno dijo nada. Lo que les sorprendió fueron mis piernas. Hago mucho deporte y decían que eran gordas». La reacción de las chicas de la clase también fue muy positiva, cuenta. «No entendían por qué ellos tenían ese sentimiento de vergüenza». Durante la clase, los propios alumnos se acordaron de que los escoceses llevan faldas a menudo y haciendo un repaso por otros lugares, «al final se dieron cuenta de que se trata de una cuestión cultural». Así pasaron buena parte de la jornada escolar, que aprovecharon para hablar de todas esas lecciones que no aparecen en los libros, pero son igual o más de importantes: la libertad, el respeto, la diversidad, la igualdad, la no discriminación… «La falda que nos pusimos el miércoles representó la libertad y decisión individual de querer o amar sin miedos. Es una forma de luchar contra lo que conlleva encasillar a las personas en lo que se supone que es la ‘normalidad’ y, al final, de defender que somos libres y dueños y dueñas de nuestro género, nuestra identidad y nuestra orientación sexual. Si queremos una sociedad de personas libres y seguras de que serán respetadas, tenemos que comenzar asentando las bases desde el principio», apunta.

Pese a la buena respuesta de los pequeños y sus familias y los avances en los últimos años, Durán reconoce que todavía hay que seguir luchando para acabar con los prejuicios y situaciones como la de Bilbao. «Aunque muchos digan que no, queda mucho camino por recorrer y si es necesario, lo caminaremos en falda». Ayer algunos chicos de 6º de Primaria decidieron también llevar esta prenda. Y ya le han propuesto las familias que cada 11 de noviembre se repita la actividad y que los alumnos vuelvan con faldas y... a clase.