Cambió el escenario, pero el final de Febrerillo el Loco fue, como todos los años, la hoguera. Las obras que se están realizando en la plaza Mayor de Cáceres impedían que los actos se llevaran a cabo allí, como es habitual. Pero el traslado al Paseo Alto no alteró el guión del tradicional día de Las Lavanderas. El Aula de la Tercera Edad de la Universidad Popular, promotor de la fiesta, inició a las 10.30 horas el paseo en burro del pelele por las calles. Ataviado con chaqueta de color salmón y cuadros grises, corbata, sombrero blanco y con una sonrisa impropia del final que le esperaba, el Febrerillo realizó sus primer y último paseo por algunas de las vías más céntricas. El grupo de música del Aula de Mayores amenizó con canciones populares el desfile, mientras otros procedían al reparto de coquillos y vasitos del licor (sin alcohol) entre quienes se acercaban a ver a la comitiva.

A pesar del cambio de escenario y el intenso frió de ayer, la actividad se vio respaldada por numeroso público, principalmente escolares, que se sumaron a la fiesta con pancartas reivindicativas de esta tradición e incluso con un pelele, como el que construyeron los alumnos del colegio Santa Lucía, de Aldea Moret. Como no podía ser de otro modo, también este fue ajusticiado en el fuego, como pena por la inclemencia de este invierno.

Tras hora y media de recorrido por Primo de Rivera, Calvo Sotelo, San Antón, San Pedro, Pintores, Moret, plaza de la Concepción y Barrionuevo, la llegada de la comitiva del pelele al Paseo Alto fue seguida con entusiasmo por los niños, que al grito de "que lo quemen, que lo quemen..." incitaban a resolver sin dilación el litigio con el monigote.

HOMENAJE Antes se procedió a la tradicional lectura del manifiesto de las lavanderas, este año a cargo de Manuela Ruíz, que se refirió en el texto a cómo esta fiesta popular "ha sabido calar a los cacereños, muchos de los cuales no han conocido este tipo de oficios", señaló. Además leyó una poesía que otro de los mayores, Miguel Hernández López, escribió sobre las lavanderas.

Parte de la corporación municipal participó en este acto tradicional, entre ellos la alcaldesa Carmen Heras, que se refirió en su discurso que el espacio elegido para celebrar este año la fiesta, el cerro del Teso, donde se encuentra el Paseo Alto, "no es ajeno al devenir de esta fiesta", puesto que en sus inmediaciones se encontraban algunos de los lavaderos en los que trabajaban estas mujeres, como el Beltrán, Jinche y La Madrila. Heras recordó que la celebración rinde homenaje a mujeres que "fueron pioneras en la incorporación al trabajo remunerado de la mujer". En cuanto a la tradición de esta fiesta, dijo que "lavanderas y febreros son la representación viva de la memoria de los humildes" y destacó la creciente presencia de personas en esta actividad "recuperada por la memoria histórica de la ciudad, representada en sus ancianos", recordó.

Las coplillas de las lavanderas siguieron a los discursos y, entonces sí, los dos peleles --el original y el que aportaron los escolares-- ardieron en la hoguera.